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1992/10/21 07:00:00 GMT+2

Los enemigos necesarios

Les hablé la pasada semana sobre lo estupendos que son los enemigos. Lo hice entonces apelando a su utilidad analítica: nos ayudan a conocernos. Pero los enemigos no son sólo útiles; con frecuencia resultan también imprescindibles para definirnos. Fíjense ustedes en la Iglesia católica. ¿Qué sería de ella sin el pecado? El ser de la Iglesia de Roma no depende tanto de Dios como del Diablo. Si tiene sentido una organización de defensores del Bien, es gracias tan sólo a que existe la noción del Mal, el Vaticano es obra del Maligno: sin él, adiós tarea.

La crisis ideológica y moral por la que atraviesa hoy el sistema capitalista es, sobre todo, una crisis de situación. El capitalismo se siente anímicamente perdido porque se ha quedado sin enemigos. Hace años, cuando el comunismo crecía y se extendía por el mundo, el anti-comunismo daba sentido a la causa capitalista. Hacía más: al atacar al sistema capitalista por sus puntos más débiles, el comunismo revelaba a su enemigo por dónde podía hacer agua más fácilmente y le indicaba cuáles de sus flancos debía apuntalar con mayor urgencia. Del mismo modo que el dolor es condición de la salud, porque avisa de que algo falla e incita a buscar la causa y a ponerle remedio, el comunismo aportaba al capitalismo un magnífico conjunto de señales de alarma. Era el dolor del capitalismo. Y era un dolor llevadero, porque débil: eficaz en la crítica, sí, pero torpe y brutal en la alternativa. Contribuía a que el sistema cuya destrucción preconizaba pudiera presentarse ante sus súbditos como un mal menor: la navajada trapera en el metro de Nueva York a guisa de alternativa existencial, según propuso un prosélito exaltado.

El capitalismo ha visto cómo se han esfumado todos los puntos de referencia en los que durante décadas basó su razón de ser. Sin comunismo no hay anti-comunismo. Sin anti-capitalismo, desaparece el capitalismo: quedan los capitalismos locales, capitales provinciales condenados ahora a disputar entre sí conforme a reglas aún por definir. USA, Alemania, Japón... A falta de enemigo común, las grandes potencias capitalistas deberán enemistarse las unas con las otras.

Porque sin enemigo no se puede vivir.

Javier Ortiz. El Mundo (21 de octubre de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de octubre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1992/10/21 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: 1992 capitalismo el_mundo | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Uno de los pocos artículos de JOR que ha envejecido mal. Casi 20 años después, y pese a la enésima crisis capitalista, el capitalismo sigue vivo. Y coleando, vaya que sí.

Escrito por: Izaam.2010/11/16 21:29:59.745000 GMT+1

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