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2005/06/09 06:00:00 GMT+2

Las lágrimas de Lula

Cuentan las crónicas que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se echó a llorar cuando Roberto Jefferson, máximo dirigente del Partido Laborista de Brasil (PLB), le informó de que sus leales habían sobornado a diputados de otros partidos para que votaran a favor de las leyes presentadas al Parlamento por el Ejecutivo. Es poco probable que Jefferson mienta, puesto que asegura que la escena tuvo de testigos a tres ministros del Gabinete de Lula.

Queda por saber por qué lloró Lula. ¿Tal vez avergonzado al saber que la dirección de su propio partido, el de los Trabajadores (PT), es capaz de dedicarse a la compra-venta de votos? No parece probable que ésa sea la razón, porque hacía ya un año que el gobernador de Goiás y miembro prominente del Partido Socialista Democrático de Brasil (PSDB), Marco Perillo, le había puesto al tanto de este feo asunto de corrupción parlamentaria. Lula tomó nota de la denuncia y no hizo nada. O, al menos, no hizo nada que pusiera coto a esa práctica.

Más probable es que la tribulación del presidente de Brasil se deba al hecho de que en este caso la denuncia le llegó a través del presidente del PLB, aliado del PT en el Parlamento. Lo que Jefferson le planteó era, en la práctica, un intercambio de silencios. El PLB está implicado en un escándalo de amplias proporciones en tanto que organizador de una red de corrupción dentro del servicio de Correos, que gestiona por encargo del propio Lula. Salido el asunto a la luz pública, el presidente trató de impedir que se formara una comisión parlamentaria para investigarlo pero, al comprobar el rechazo de la opinión pública a esa actitud obstruccionista, optó por tirar de la manta y destituir a toda la plana mayor de Correos. La denuncia pública de Jefferson ha sido la respuesta.

Al margen de los avatares concretos de este par de escándalos, lo que los acontecimientos de estos días vienen a poner de manifiesto es que Lula no mantiene demasiado en alto la bandera de la ética que con tanto entusiasmo como éxito enarboló durante muchos años. El goteo de escándalos que implican a prominentes líderes del PT es continuo. Algunos casos evidencian la implicación de gente de Lula en prácticas tan desdichadas como la deforestación masiva de la selva amazónica.

¿Estaremos ante la enésima ilustración del tan repetido dicho según el cual «el poder corrompe»? Cada vez que me planteo esa pregunta, me acuerdo de la apostilla que le ponía siempre Rubén Blades: «El poder no corrompe. El poder desenmascara».

Javier Ortiz. Apuntes del natural (9 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/09 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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