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2001/05/21 06:00:00 GMT+2

La sabiduría del electorado

Aznar dice que el pueblo vasco, como las uvas de la fábula, aún no está maduro y Rodríguez Zapatero le responde que el electorado siempre demuestra una gran madurez.

Vaya par.

Una cosa surrealista que suelen hacer los políticos españoles es atribuir al conjunto del electorado tal o cual intención, como si el electorado fuera una entidad pensante y dotada de una sola voluntad. Frases típicas: «El electorado no ha querido que haya mayoría absoluta», «El electorado nos ha conminado a que dialoguemos»... El electorado, señores míos, ni tiene voluntad ni da órdenes. Cuando no hay mayoría absoluta es, sencillamente, porque la gente que vota a unos, perfectamente dispuesta a darles la mayoría absoluta, se tropieza con que hay otras gentes que votan a otros, con idéntico afán de triunfo. El electorado, tomado en su conjunto, no obra en ninguna dirección determinada; la dirección que toma finalmente es el resultado de los empujones de los unos y de los otros.

Escuché el otro día a alguien -no recuerdo a quién- bromear sobre este tipo de generalizaciones abusivas: «Es como si el médico de una planta hospitalaria», argumentaba, «le dijera a la enfermera: "Señorita: no tengo tiempo de examinar a los enfermos uno por uno, así que deme la temperatura media del conjunto"».

La frase de Aznar («El pueblo vasco no está maduro para el cambio») sólo quiere decir una cosa, traducida a román paladino: que la mayoría de la población vasca es nacionalista. Cosa que ya habíamos comprobado todos el mismo domingo 13. Y la respuesta de Zapatero, sometida al mismo proceso de descenso a ras de suelo, debe entenderse como un mero ejercicio de resignación: «Qué quieres, hijo; a mí tampoco me ha gustado el resultado de las elecciones, pero es el que hay».

Más preocupante que esos florilegios de trivialidad es la comparación que vienen haciendo últimamente los del PP entre el resultado de las elecciones vascas y el de las generales de 1993, cuando el PP también se quedó con un palmo de narices. Porque eso significaría que confunden dos realidades que no tienen punto de comparación: por mucho que Ibarretxe les toque las narices, su gobierno no ha montado ninguna banda de asesinos y secuestradores, ni se ha repartido a manos llenas el dinero de la caja. Si pretenden tratar a Ibarretxe como a González, comprobarán que, al margen de la sabiduría del electorado, el personal, por regla general, no es tonto.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (21 de mayo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/05/21 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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