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2003/04/06 06:00:00 GMT+2

La primera víctima

Lo primero que suelo hacer en las conferencias que vengo dando en las últimas semanas sobre el papel de la Prensa en las guerras -en las guerras, en general, y en esta guerra, en concreto- es relativizar la muy tópica afirmación según la cual «la primera víctima de todas las guerras es siempre la verdad». Porque quienes la airean están dando a entender que, antes de caer herida en combate, la verdad gozaba de buena salud. Y de eso, nada.

Por lo demás, no está nada claro qué es «la verdad». Hay, obviamente, hechos objetivos -y mentiras flagrantes-, pero la jerarquización de los sucesos realmente ocurridos, su valoración y su interpretación, imprescindibles para su exposición pública, sólo puede hacerse a partir de una determinada escala de valores, de una concepción del mundo. De una ideología, en suma.

«No se ve igual la realidad desde la ventana de un palacio que desde el ventanuco de una cabaña», decía Ludwig Feuerbach. Y así es. Pero la visión de las cosas no sólo está condicionada por las ventajas o desventajas del papel que le corresponde a cada cual dentro de la jerarquía social de su país, sino también por el lugar que corresponde a su país en el reparto de la riqueza mundial. Incluso los desheredados del Primer Mundo son del Primer Mundo. Y, por ello mismo, participan -críticos radicales al margen- de las complicidades del Primer Mundo.

Hay que contar con ello para comprender cómo es posible que estemos instalados en el reino de la obscenidad. Y no nos demos cuenta. O hagamos como que no.

Hace falta tener presentes esos factores para entender, por ejemplo, que los grandes medios de comunicación españoles, incluidos los que se declaran críticos hacia la guerra, no monten una escandalera de mil pares tras oír al presidente de su Gobierno quejarse de que los pacifistas se conmueven con la masacre de niños y niñas iraquíes «pero no dicen nada de los niños y niñas que mata ETA».

No recuerdo haber escuchado hace años un argumento tan inmoral y tan repugnante en boca de un jefe de Gobierno. ¡Pretender que el recuerdo de pasados atentados de ETA sirva para quitar importancia al hecho de que él esté contribuyendo activamente a masacrar a cientos de niños y niñas en Irak ahora mismo!

En el Primer Mundo, incluso la disidencia -la instalada- tiende a ser de salón. Amable. Critica a los criminales de guerra, pero no les conmina a abandonar de inmediato la vida política. No los condena al ostracismo. O a la cárcel.

Por supuesto que nos engañan. Que sólo nos muestran la parte de la realidad que les da la gana. Y que nos aportan noticias confusas, cuando no falsas.

Pero el problema no es que no sepamos la verdad. Con lo que sabemos, por parcial y limitado que sea, tendríamos ya más que bastante para armarla buena. Pero nos quedamos -la mayoría se queda- en la mera queja.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (6 de abril de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de marzo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/04/06 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: mentiras irak guerra aznarismo diario 2003 periodismo aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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