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2000/10/11 06:15:00 GMT+2

La novela de Ana Rosa

Parece que todo el mundo lo sabía, pero yo acabo de enterarme. (Vivo en el limbo).

Resulta que Planeta ha sacado una novela de Ana Rosa Quintana, presentadora de televisión. La novela de Ana Rosa -que es una novela rosa, lógicamente- se estaba vendiendo, por lo visto, como churros. Iba ya por los 100.000 ejemplares cuando he aquí que se descubre el pastel: la obra tiene un extraño parecido con otra, escrita y publicada ya hace algún tiempo al otro lado del Atlántico por una escritora norteamericana, que hace de Corín Tellado en versión gringa. El parecido entre una y otra novela alcanza en ocasiones la perfecta identidad: hay páginas y más páginas que son iguales. Bueno, iguales del todo, no: cambian los nombres propios, más que nada porque quedaría raro que en Madrid todo el mundo tuviera nombres en inglés.

La improvisada telenovelista ha dado unas confusas explicaciones acerca de amigos que le han ayudado pasándole documentación (¡documentación para una novela rosa!) y de ficheros de ordenador que tal vez han sido copiados por error. Trata de que alguien se crea que escribió una novela, pero no se tomó la molestia de repasar el manuscrito, ni siquiera por encima, antes de mandarlo a la imprenta. En fin.

La historia no pasaría del terreno de lo chusco y más o menos anecdótico si no fuera porque da cuenta del grado de degeneración al que han llegado bastantes de las más importantes editoriales de este país. Aquí no queda ya prácticamente famoso, famosillo o famosete de la televisión que no tenga su novela, su libro de memorias o sus reflexiones filosófico-pedorras expuestas en los lugares de honor de las librerías. En cuanto la jeta de un jeta se hace popular, allá va la editorial de turno a ofrecerle el oro y el moro para que saque un libro. Y si el menda o la menda no sabe escribir y/o no tiene nada que contar, tanto da: le invitan a que se busque un negro que se invente lo que sea y se lo escriba. Y, si no se le ocurre ninguno, la propia editorial se lo pone. La cosa es que su cara y su firma figuren en la portada del libro. Lo de dentro es lo de menos.

Tan ocupadas están las grandes editoriales en forrarse de millones por este sistema que no tienen tiempo para ocuparse de la literatura de verdad. Las hay que están consiguiendo que verdaderos clásicos de la literatura del siglo XX, cuyos derechos de edición tienen comprados, se vuelvan inencontrables: los descatalogan, sin más. Se han entregado en cuerpo y alma a la edición de libros kleenex, de usar y tirar, y tratan con ese mismo rasero todas las obras: las dejan tres meses en las librerías, y a continuación las retiran, con independencia de su contenido.

Es una vergüenza. Pero no desentona nada: todo es una vergüenza.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (11 de octubre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/10/11 06:15:00 GMT+2
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