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1992/11/04 07:00:00 GMT+1

La muerte silenciosa

Un reciente paseo por Turín me llevó tras las huellas de Cesare Pavese, el brumoso suicida del Piamonte: «Para todos tiene la muerte una mirada./ Vendrá la muerte y tendrá tus ojos». Pavese, en la cumbre del éxito y la fama, pasó el tramo final de su existencia lacerado por males de amor, de los que destiló un triste y delicadísimo poemario: Verrá la morte e avrá i tuoi occhi. Un mal día de 1950 -gris, como tantos en la bella villa del Po-, abandonó su casa, alquiló una habitación en un hotel, realizó varias llamadas telefónicas que le confirmaron su soledad definitiva... y se tomó un kilo de somníferos. Tenía 42 años.

Me vuelve al recuerdo el suicidio de Pavese al ver cuánto cuesta a los compañeros de Petra Kelly y Gert Bastian admitir la posibilidad de que la pareja se quitara la vida sin dejar mensaje alguno. «Ellos nunca se habrían ido sin damos una explicación», dijo Lev Kopelev el pasado sábado, en el homenaje que les brindaron en Bonn. ¿Y por qué tenían que dar una explicación? ¿Se la debían, acaso? Regreso a Pavese: «No palabras». Así de lacónico fue el mensaje que escribió en su diario antes de entregarse a la muerte.

No tengo la seguridad de que Kelly y Bastian se quitaran la vida.

Digo que todo es posible. Y en ese «todo» incluyo la posibilidad de que desearan morir en silencio. Como Pavese: «No palabras».

Para no suicidarse hace falta, ay, querer vivir. Y no siempre existen motivos suficientes para ello. A veces, la vida puede volverse tortura intolerable: porque nos inunda el alma de amargura, como a Pavese, o porque degenera en decrepitud irrefrenable, o porque nos aburre mortalmente, o porque nos da asco, como a Kelly y Bastian. No siempre vale la pena pagar el elevado precio que nos exige, avara, la existencia.

¿Explicación? Para explicar por qué se prefiere no vivir hay que conservar las fuerzas necesarias. «En fin, no tengo para expresar mi vida sino mi muertes», escribió Vallejo. Optar por la muerte silenciosa expresa desesperanza pura, hastío infinito, dulce rendición. No ante el enemigo: ante la vida.

Por lo demás, todo el mundo deja un mensaje cuando muere. También Kelly y Bastian. El mensaje es fácil de leer: basta con seguir el trazo que marcaron mientras vivían.

Javier Ortiz. El Mundo (4 de noviembre de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de noviembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1992/11/04 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: 1992 pavese el_mundo literatura preantología muerte | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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