Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2002/02/20 07:00:00 GMT+1

La esencia de Muehlegg

Una parte del personal no acaba de estar contenta con que las dos medallas de oro obtenidas por la representación de España en los Juegos de Invierno de Salt Lake City las haya logrado un hombretón que se apellida Muehlegg y que habla con marcado acento alemán. Como Paquito Fernández Ochoa, son muchos los que hubieran preferido que se apellidara Gómez, Fernández o, por lo menos, Llull o Garmendia.

Lo cual viene a demostrar no sólo que el nacionalismo español sigue haciendo estragos, sino también que a menudo se manifiesta de un modo tirando a garrulo.

«¡Qué chovinistas son los franceses!», se oye decir por aquí cada dos por tres. Ya. Pero Francia nunca ha tenido el menor inconveniente en asimilar a cuantos podían aportar algo a la gloria y al negocio autóctonos. Para buena parte de la grey universal, Picasso fue francés, por mucho que jamás perdiera la nacionalidad española. Hágase un repaso al olimpo de la canción francesa: Brel (belga), Moustaki (griego), Dalida (egipcia), Aznavour (armenio), Reggiani (italiano), Mouskouri (griega), Adamo (belga)... ¿Se han tomado ustedes el trabajo de mirar el ránking histórico del tenis estadounidense? Está repleto de gente de las más diversas procedencias. Todas ellas, eso sí, con su correspondiente pasaporte norteamericano. Lo mismo en el cine: austriacos, alemanes, polacos, rusos, británicos... Kissinger llegó a la cumbre de la política norteamericana como el Dr. Strangelove, sin haberse desprendido jamás por completo de su acento inconfundiblemente alemán.

Muchos franceses (y muchísimos norteamericanos) son tan nacionalistas como el que más. Pero no necesariamente paletos.

Frente a los que ponen en duda «la españolidad» de Juanito Muehlegg se alzan los que subrayan lo muy patriota (español) que es el campeón de los esquíes, que dicen siente en lo más profundo de sus entrañas la bandera, el himno y todas las esencias inmarcesibles del Reino de España. Son fantásticos: cuando el famoso tiene origen español, por lejano que sea, lo presentan como español, al margen de la nacionalidad que ostente, y cuando es de origen foráneo pero ha adquirido la nacionalidad española, también lo proclaman español de pura cepa.

No soy nacionalista, y tanto me da que Juanito Muehlegg haya conseguido dos medallas de oro «para España». Las competiciones deportivas por países no me gustan: sucedáneo pacífico de las guerras, exaltan las patrias y obstaculizan el avance de la solidaridad y el hermanamiento internacionales. Pero, puesto a tener que convivir con nacionalistas, preferiría que, por lo menos, los nuestros fueran menos palurdos.

Javier Ortiz. El Mundo (20 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de marzo de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/02/20 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: españolismo juegos_olímpicos el_mundo usa francia nacionalismo 2002 españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)