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2004/08/03 06:00:00 GMT+2

Koro Erdozia

Hay amistades que se cimentan en un momento importante de la vida y quedan ya clavadas en nuestros sentimientos para siempre, sin necesidad de ningún trámite especial de renovación. Koro Erdozia Landa y yo tuvimos un trato tan constante y directísimo como limitado en el calendario: entre 1966 y 1970. Después ya sólo nos topamos de ciento en viento: apenas el tiempo de darnos un par de besos y hacer unas bromas. La última vez que nos vimos, la ocasión no era demasiado propicia para las chanzas -fue tras el entierro de mi madre-, pero también bromeamos.

Koro (o Mari Koro, o Koruko, como solíamos llamarla) fue una de las componentes principales del grupo de jóvenes militantes antifranquistas donostiarras que conseguimos reunir en 1967. Prima de Begoña, la madre de mi hija Ane, por el lado Landa -y de Empar Pineda por el lado Erdozia, si no me equivoco-, se reveló pronto como una mujer responsable, concienzuda, organizada y enormemente hábil para todas las tareas que exigían pericia técnica. Precisamente por eso, le encargamos de poner en marcha un par de imprentas clandestinas («laboratorios», en la jerga de la clandestinidad), tarea que asumió y realizó como si llevara toda la vida en esas lides.

Llegó a convertirse en un hábito: si queríamos que algo se hiciera con un cuidado especial, se lo encargábamos a ella. Nunca fallaba.

Quizá convenga aclarar que estoy hablando de un grupo de gente que o no llegaba o superaba en poco los 20 años. Casi unos críos. Todos sabíamos que si la Policía nos pillaba con las manos en la masa iríamos a la cárcel por un buen puñado de años (por propaganda ilegal y asociación ilícita, 6 años; en grado de dirigente, hasta 12. Cuando me pillaron, el fiscal pidió que se me condenara a 15). De ahí la importancia que tenía aplicar a rajatabla las medidas de seguridad y actuar con la cabeza bien fría. En ambos terrenos Koro respondía a la perfección.

Pero también éramos jóvenes y teníamos ganas de juerga, aunque no siempre se nos notara demasiado. Cuando nos dábamos tregua, aprovechando que no necesitábamos ninguna coartada especial para estar juntos -a fin de cuentas, éramos familia-, visitábamos algún pueblo en fiestas, o pasábamos la tarde en algún caserío jugando, comiendo o cantando, o nos íbamos de excursión y combinábamos lo útil con lo agradable aprovechando para inspeccionar puntos de la frontera que pudieran servirnos luego para ayudar a algún perseguido a pasar la muga y huir a Francia. (Por uno de esos puntos, en el Bidasoa, pasó al otro lado quien luego sería el marido de Koro, Agustín, que fue víctima de un error de cálculo: se le llevó a un punto por el que se suponía que cabía cruzar el río a pie y acabó viéndose obligado a pasarlo a nado.) En esas actividades festivas tampoco se quedaba atrás Koro, ni mucho menos. Si la cosa iba de juerga, también lo hacía a conciencia.

Han pasado muchos, muchísimos años, ya lo sé. Pero jamás he dejado en el olvido aquel tiempo tan especial, ni a quienes lo vivieron conmigo. ¡Me enseñaron tantas cosas! Muchas de ellas no relacionadas con la teoría, sino con el modo de vivir la vida. Con la capacidad para trabajar en grupo, con la ayuda necesaria entre quienes luchan por lo mismo, con el cariño y el respaldo mutuos en los malos momentos, con la búsqueda de satisfacciones que no toman el propio ombligo como centro del universo... Sin pretenderlo, Koro tuvo un papel clave en aquel aprendizaje mío.

Ahora, treintaitantos años después, Koro estaba al frente de SOS Racismo Gipuzkoa. Ayer leí en Indymedia Euskal Herria unas declaraciones suyas de finales de marzo pasado en las que comentaba las dificultades de la lucha contra las leyes hostiles a los inmigrantes. Seguía en la brecha. Y en ésas estaba cuando le surgió la enfermedad, que se desarrolló a la velocidad del rayo y la ha fulminado -a ella, siempre tan fuerte- cuando sólo tenía 58 años.

Lo dejo aquí. No acierto con las palabras. Sólo puedo deciros que siento una pena infinita.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (3 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/03 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: koro_erdozia muerte apuntes 2004 antología | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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