Es el chiste de moda. Dios convoca a Yeltsin, Clinton y González para que, en su calidad de protolíderes mundiales, anuncien a la Humanidad que ha llegado la hora del Apocalipsis. Yeltsin regresa a Moscú y convoca una conferencia de Prensa: «He de anunciar dos cosas. La primera es que, en contra de lo que afirmaban los comunistas, Dios existe. La segunda, que el fin del mundo está cerca». Clinton hace lo propio en Washington: «Tengo dos noticias que daros; una buena y otra mala. La buena es que, en efecto, Dios existe. Y la mala, que el mundo se acaba». De regreso a Madrid, Felipe González también reúne a los periodistas. «Tengo dos buenas noticias para vosotros -les dice-. La primera es que Dios ha decidido que yo sea su portavoz. La segunda, que la crisis económica va a llegar muy pronto a su fin».
La gracia del chiste estriba en que relata una escena que resulta, a la vez, absurda y verosímil. ¿Hay quien dude de que, de encontrarse en un trance así, sería exactamente eso lo que pretendería González?
Este hombre solamente tiene una especialidad real: disfrazar de rosa lo negro y de victorias las derrotas. Es un puro feu follet. Habrá a quien eso le fascine. A mí, personalmente, para estas alturas, me aburre. Me aburre soberanamente. Releo las notas que fui tomando mientras hablaba: «El Gobierno está gobernando. Eso siempre cuesta entenderlo» (?). Otra más: «He hecho muchas comparecencias... También he hecho alguna comparecencia no pública» (??). «Hoy en día, el propio concepto de trabajo está cambiando». (¿El propio concepto? ¿Seguro? ¡Señor, cuanto disparate!).
Ya no me irrita. Simplemente me aburre. Me aburre que, después de tantos años, siga diciendo «Puyol» y «Yeneralitá», sin tomarse siquiera el trabajo de fingir que, como jefe del Gobierno de toda España, se interesa por la pronunciación de las lenguas minoritarias del Estado. Y me aburre sobremanera su tediosa manía de presentar, como si fueran piezas de un silogismo, las cosas más dispares. Un ejemplo tomado de su comparecencia de ayer: «El Gobierno quiere ayudar a resolver el asunto (de la PSV). Creo que la misma disposición tiene el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Por consiguiente, eso es posible». ¿Por consiguiente? ¿Basta con que él y Leguina quieran algo para que sea posible? Le llevaba contabilizados no menos de treinta porconsiguientes cuando me di por vencido. Es totalmente agotador.
Me imagino que hoy todo el mundo se dedicará a la consabida hermeneútica. Cuando aludió a Izquierda Socialista, ¿quiso decir que, a partir del Congreso, Guerra será como Santesmases, pero con AVE y en flacucho? ¿Qué exacto significado debe darse a aquel gesto que hizo con el pulgar en el minuto 12? ¿Estaba relajado o solamente lo pretendía? ¿Por qué vestía así?
Otros se lo explicarán. Yo no puedo. Lo siento. No consigo que me interese lo más mínimo.
Javier Ortiz. El Mundo (12 de febrero de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de febrero de 2012.
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