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2000/09/25 06:00:00 GMT+2

Intimidados

Ayer me contaba un lector que hay una publicación satírica vasca -creo que virtual- que lleva esta semana en su portada el siguiente título: «¿Para qué vamos a dialogar, si lo podemos resolver a hostias?».

No sé a qué diálogo concreto se referirá. Podría hacerlo a casi todos.

Nunca ha sido fácil dialogar en Euskadi. Recuerdo que, allá por la prehistoria -en 1967-, un día que tuve una discusión con un médico ultranacionalista, éste la interrumpió abruptamente y me dijo: «No quiero seguir discutiendo contigo, que me lías»..

Era un hombre civilizado, así que no amenazó con romperme la crisma.

Entonces no podías expresar tus opiniones abiertamente, porque te detenía la Policía, y no tenía demasiado sentido exponerlas en ciertos círculos restringidos, porque había muchos que, dijeras lo que dijeras, les entraba por un oído y les salía por el otro. Como su opción política la habían tomado con las vísceras, era inútil apelar a su cerebro.

Las cosas parecieron mejorar después de la transición al régimen parlamentario. Es cierto que los políticos seguían tirándose mutuamente a la yugular -y, en el caso de ETA, a la nuca-, pero el talante medio del personal de a pie era por lo general relajado y convivente. Se podía vivir bien, e incluso comparativamente muy bien, sin grandes berrinches. A no ser, claro está, que la mala suerte te metiera en medio de alguna refriega.

En los últimos tiempos las cosas se han ido envenenando cosa mala. La división política entre las ya famosas dos mitades del pueblo vasco está mediatizando poco a poco el conjunto de la vida social. La división irreconciliable se hace cada vez más patente en todos los ámbitos: en los centros de trabajo, en las familias, en los bares... La gente está empezando a odiarse en masa. Y los menos fanáticos se sienten intimidados: unos, por temor a que los puedan tomar por «cómplices de la partición de Euskadi»; otros, por miedo a que se les considere «cómplices de los asesinos». Así que, salvo en los lugares y ante la gente de más confianza, van optando por callarse y no expresar sus opiniones políticas.

Eso en Euskadi.

Fuera de Euskadi pasa lo mismo, sólo que, como no hay dos mitades, sino un 95% frente a un 5% -digo a ojo-, apenas se nota. Lo notamos sólo los del 5% que no estamos de acuerdo con la política del liarse la manta a la cabeza, más que nada porque nos vemos con la cabeza envuelta en una manta hasta el final de nuestros días. ¿Que criticas a Mayor Oreja? Eres un criptoseparatista. ¿Que repudias tal o cual actuación de la Policía? Eres un filoetarra. No te dé por decir que habría que dialogar con el PNV para salir del atolladero actual, porque la haces buena: se te echa encima todo dios. Mi experiencia personal de llanero solitario por la estepa madrileña me tiene hasta el gorro. No tengo vocación de mártir. Y ni siquiera puedo decirlo muy alto, porque en seguida hay algún exaltado que me suelta que «para mártires, los concejales del PP». Pues claro, claro, claro. Esos sí que son mártires. Comparativamente, lo mío es apenas una cosita de nada: que me siento intimidado.

En fin, que me callo.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (25 de septiembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de marzo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/09/25 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: jor humor españa madrid diario pnv mayor_oreja 2000 eta transición euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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