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1992/08/16 07:00:00 GMT+1

Intervenir, no intervenir

Discuto mucho conmigo mismo estos últimos días a propósito de Yugoslavia. Mis contradicciones internas no van por la dificultad de tomar partido: no me parece imprescindible y, además, creo que está claro quiénes son los agresores (Serbia y Croacia apestan) y quiénes los agredidos. Mi dilema se centra en el asunto de la intervención. ¿Estoy a favor o en contra de que la ONU se meta en el conflicto, hasta las cejas si hace falta, para pararlo? Ya sé que la comunidad internacional no tiene el alma en vilo esperando mi toma de postura, pero a mí, qué quieren ustedes, me importa. Y tengo a medio Ortiz a favor de la intervención y al otro medio en contra. Comprendan que no es vida.

Hay en mí un Ortiz que tiende a oponerse a la intervención armada por razones de principio. Asegura que todas las experiencias de gendarmería internacional han sido nefastas y encubridoras de turbios intereses. A lo cual el otro Ortiz replica que esa postura sólo sería válida en el caso de que cupiera impedir todas las acciones de gendarmería internacional, pero que, puesto que el gendarme mundial existe y no tiene la menor intención de desaparecer, es absurdo negarse por principio a que alguna vez actúe en sentido positivo.

«Muchos preconizáis ahora alegremente la intervención militar -prosigue argumentando mi medio yo contrario-, pero ya veríamos qué cara se os pondría cuando empezaran a repatriar los féretros de nuestros soldados muertos». «La misma cara de horror que se me pone ahora cuando veo los muertos que ya hay. Los muertos no tienen patria», me replico, un tanto cabreado por esta muestra que me he dado de estrechez nacionalista.

«Pero no es lo mismo: esos otros muertos habrían caído por culpa de la intervención que tú estás defendiendo», me digo, volviendo a la carga. «Y sobre los que mueren ahora, ¿no tenéis responsabilidad los que defendéis la no intervención? Contemplar sin hacer nada cómo una bestia se ceba en un débil, ¿no es un modo de apoyar a la bestia? Parece mentira que hayas perdido la memoria -me enfado cada vez más conmigo mismo- y que ya no recuerdes el sentido siniestro que han tenido en nuestra Historia esas dos palabras: "no intervención"».

«Manejar argumentos en una columna de periódico no compromete a nada. ¿Estarías dispuesto tú a ir a esa guerra?», me espeto, como último y decisivo argumento.

Medito las respuestas posibles. Contestar que sí sería hipócrita, porque sé de sobra que nadie me va a obligar a ir, y como voluntario no me aceptarían: los militares no son tan tontos. Decir que no iría porque soy partidario de que sólo acudan soldados profesionales sería otro recurso tramposo. No, la verdad: creo que no estaría dispuesto a ir. Soy demasiado miedoso.

Qué pena: ¡ahora que estaba empezando a convencerme!

Javier Ortiz. El Mundo (16 de agosto de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de febrero de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1992/08/16 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: guerra 1992 yugoslavia el_mundo balcanes | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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