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2001/10/05 06:00:00 GMT+2

Incoherencias

«¿Lo democrático es hacer lo que la sociedad quiera? Nosotros decimos: no. Lo democrático es respetar las reglas de juego que hemos pactado». Oigo esta afirmación de Mayor Oreja en una emisora de radio vasca mientras conduzco. Me detengo no sólo para anotar la frase -que no he visto reproducida hoy en ningún periódico-, sino también para reponerme del susto. O mis conocimientos de castellano -y de griego- se han desvanecido por entero o lo democrático es, por definición, hacer lo que la mayoría social decide. La democracia es un sistema de toma de decisiones colectivas que se basa en la aceptación del voto mayoritario de la ciudadanía. Luego hay otras muchas cosas que están bien, y respetar los acuerdos puede ser una de ellas -depende de los acuerdos-, pero que no tienen nada que ver con la democracia. Ceder el asiento del autobús a las mujeres en avanzado estado de gestación es una actitud muy loable, pero no es democrático. Ni antidemocrático. Sencillamente, no todo se define en relación con la democracia.

A veces tengo enormes dudas de que los políticos se tomen el trabajo de meditar dos veces sobre la coherencia de sus afirmaciones. Ayer, en el Pleno del Parlamento Navarro dedicado a discutir el estado de la comunidad foral, el presidente del Gobierno autónomo, Miguel Sanz, dijo, de una sola tacada: a) que decidir el destino de Euskadi no es atribución del pueblo vasco, sino del conjunto del pueblo español, y b) que decidir el destino de Navarra es cosa que corresponde exclusivamente a los navarros. No discuto aquí y ahora lo bien o mal fundado de ninguna de las dos proposiciones: llamo la atención sobre la imposibilidad lógica de sustentarlas a la vez. A no ser que el señor Sanz sea partidario de la autodeterminación del pueblo navarro y sólo del pueblo navarro.

La coherencia tampoco es el fuerte del otro bando. Los dirigentes de Batasuna se indignan porque las leyes del Estado español dicen que la unidad de España no admite discusión, pero ella misma niega a los navarros y a los vasco-franceses el derecho a decidir si quieren incorporarse o no al proyecto político de Euskadi. Es decir que, en realidad, también ellos se revelan partidarios de «la sagrada unidad de la Patria». No es la misma patria, pero sí el mismo género de patriotismo, que pretende validarse al margen de la voluntad de sus integrantes. Lo cual es doblemente problemático en el caso de Euskal Herria, donde los diferentes territorios tienen tras de sí una larga tradición de libertad de decisión propia.

Es un error proponerse metas políticas -las que sean- que implican no permitir que los ciudadanos decidan lo que quieran. Y es una muestra lamentable de incoherencia pretender que sólo puedan decidirlo en el momento y en el ámbito en los que a uno le da la gana.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (5 de octubre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/10/05 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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