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2005/01/10 06:00:00 GMT+1

Hastío

Wenceslao Fernández Flórez fue -lo cuento para quienes no lo sepan, que seguro que los habrá- un aceptable novelista gallego, un excelente cronista parlamentario... y un señor muy de derechas, al que probablemente libró del fanatismo falangista su inocultada homosexualidad, incompatible con la recia virilidad del estilo oficial joseantoniano.

Sé que la fina ironía, el humor marcadamente melancólico y la capacidad para distanciarse de los hechos que caracterizaban las crónicas parlamentarias de Fernández Flórez fueron en mi adolescencia -y habrán seguido siendo con el tiempo, supongo- algunas de mis más claras fuentes de inspiración. Igual que los artículos costumbristas de Juan Pérez de Munguía, más recordado en nuestros tiempos por el nombre de Mariano José de Larra.

Fernández Flórez era capaz de contemplar los debates políticos de las Cortes de la Segunda República como quien mira a las palomitas del parque disputarse las migas de pan que les echan los ancianos.

A veces. Otras no. Entonces evidenciaba sus querencias ideológicas. Recuerdo en particular una crónica que escribió a cuento de una intervención de Telesforo de Monzón en la tribuna del Parlamento, que destilaba desprecio, no ya sólo por lo vasco, sino por todo «lo provinciano». Él, que venía «de provincias» y que debió sus páginas más brillantes a la inspiración gallega.

En 1936 publicó un artículo de prensa que me impresionó mucho en mis años mozos, un cuarto de siglo después. No me viene a la memoria en qué noticia tomaba pie. Puede que en el asesinato de José Calvo Sotelo. Lo que recuerdo es lo que venía a decir: que se lo había pasado muy bien en los meses anteriores escribiendo sobre las quisicosas del Parlamento y las tonterías de los diputados, pero que el ambiente general se había cargado demasiado, los enfrentamientos políticos tenían cada vez peor aspecto, las pendencias amenazaban con acabar a tortas... y él no tenía la menor gana de poner letra a aquella música militar.

Así que lo dejó.

Salvando las distancias -que deseo firmemente que las haya, y que sean enormes-, me embarga durante estos días un sentimiento parecido. Tengo la sensación de que poco importa lo que uno razone, porque no sirve de nada: sólo convence a quienes ya pensaban lo mismo, y quienes no, o no oyen o no escuchan. Lo que están deseando es liarse a tortas.

Fernández Flórez cerró el tintero y no publicó más crónicas parlamentarias. Se ve que tenía otras fuentes de ingresos.

Yo seguiré escribiendo y hablando sobre lo que veo -o sobre lo que creo que veo- porque ésa es la actividad de la que vivo y porque no sé hacer otra cosa. Pero, que conste: si de competir en hastío se tratara, podría retar a todos los Fernández Flórez del mundo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (10 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de enero de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/10 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (3) | Referencias (0)

Comentarios

Fernández Flórez me entretuvo muchísimo en mi juventud. Guardo todavía frescos en mi memoria algunos pasajes de su “Relato inmoral”, donde reflejaba con mucho tino e ironía la represión sexual de la España en que le tocó vivir. No sabía que fuese homosexual, pero precisamente por serlo “lo tuvo mejor” que los que no lo eran. Una pareja homosexual –como, lo mismo que en el actual Irán, los homosexuales “no existían” en aquella España…- podía ocupar la habitación de un  hotel o alquilar conjuntamente un piso, mientras que otra heterosexual, con las mismas pretensiones, tenía que presentar el “Libro de Familia” para demostrar que estaban casados…   

Escrito por: miren.2010/01/09 15:47:6.341000 GMT+1

Bien sé que lo cortés no quita lo valiente, amén de que la orientación homosexual de Fernández Flórez no está traída por Ortiz en vano, siendo que esta, según él, lo libró del fanatismo falangista por "incompatible con la recia virilidad del estilo oficial joseantoniano"; algún humor, de paso, querría ver en estas palabras del vasco, al que leí durante mucho tiempo. Ignoro si alguien mantiene vivo este blog de la buena y lúcida gente que fue Ortiz pero, si lamento su desaparición siempre, en esta ocasión por no poder transmitirle alguna duda respecto a la visión del gallego. Soy uno de esos escasos seres que investigó la obra y la vida del humorista gallego, que centró en él su trabajo de licenciatura, hace una eternidad, y seguramente porque aprendí a leer, textualmente, en sus libros, y aunque lo supe conservador desde que tuve uso de razón  -pero conservador muy sui generis-, dudo, tanto de que pudiera haber sido tentado por veleidades falangistas, como de su "inocultada" homosexualidad, desde luego mientras vivió en su tierra natal, pero tampoco cuando fuera, no se oyó una palabra al respecto y, aunque no anda reñido jamás, el autor tuvo al menos un hijo, militar coruñés, no reconocido por su padre, por cierto; quizá era ambidiestro. Pero lo más importante, de la Falange, por fuerza, tuvo que mantenerlo a mucha distancia, no solo el muy lúcido cerebro que poseía, su sentido del humor y su elegancia, sino una inmensa ternura dirigida siempre hacia los más débiles, así como un desprecio, al menos estético, por la violencia y el emplumamiento gratuito del prójimo. "Las Acotaciones de un oyente" -ambas series-, o "Crónicas parlamentarias", nos dan una idea rotunda de un hombre que despreciaba las pequeñas ambiciones, la ridícula egolatría, las discusiones bizantinas, el mal uso o la inexistencia de una justicia independiente, el engolamiento parlamentario de auténticos gaznápiros, el populismo de izquierdas o derechas, etc., etc., de todo lo cual se mofó, pero desde la ternura que es el humor, nunca desde el descarnado sarcasmo. Y es cierto que solía poner en solfa la mano eternamente extendida, y chantajista, de algunos nacionalismos ridículos -quizá todos lo son; el más ridículo, el centralista-, pero perdóname, Ortiz, allá donde estés, por otra parte y además, si de alguien podría afirmarse que era todo lo contrario a un provinciano -en el sentido habitual en el que se utiliza-, ese fue, es, W. Fernández Flórez; su tierra recibió de él su mejor pluma y sus más tiernos sentimientos, eso sí, en El Bosque Animado. Y quede constancia de que este comentario ha sido tecleado por una gallega que, además de gallego, habla y escribe el catalán, ambas lenguas nunca con la desenvoltura del castellano por motivos tan obvios como la invocación al "imperio español" -un imperio, una lengua- y las seculares imposiciones, tan lamentables como extendidas, y justo por lo mismo, mi haber querido hablar y escribir tres de las cuatro lenguas de este país, porque entiendo y asumo "el hecho diferencial", ese que tanta hilaridad como burla obtiene de los más ignaros y ágrafos. Al margen, o además de todo esto, considero que Fdez. Flórez yace olvidado precisamente por su excelente pluma y, sobre todo, por su acentuado humorismo, tan reñido siempre con estas solemnes patrias. Gracias por el espacio, y perdón al tiempo por la extensión abusiva.

Escrito por: Mariana Pineda.2011/10/02 22:09:22.699000 GMT+2

Saludos, Mariana. Pues si te das una vuelta por la portada de esta web, te darás cuenta de que cada día ponemos en Desde Jamaica un artículo de Javier y que hay varios blogs amigos que todavía siguen con vida. Gracias por el comentario. Agur.

Escrito por: PWJO.2011/10/02 22:24:27.079000 GMT+2

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