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1990/05/24 07:00:00 GMT+2

Guillermo el insuperable

Allá por los años cincuenta, un extraño y fascinante producto vino a irrumpir en el desolado panorama de la literatura infantil que se venía publicando a este lado de los Pirineos. Se trataba de una serie de libros, divididos en pequeños cuentos, que relataban las singulares aventuras de un curioso personaje. Su nombre, Guillermo Brown.

Travesuras de Guillermo, Guillermo, el proscrito, Guillermo, el genial...

En aquella treintena de pequeños libros, los componentes de toda una generación infantil encontramos, entre divertidos y atónitos, la huella de un héroe nuevo y distinto. Adiós al niño formato Vidas Ejemplares, limpio, estudioso, cumplidor y lleno de virtudes: Guillermo y sus amigos -los Proscritos- eran sucios, maleducados, enemigos de toda autoridad, aventureros, hostiles al colegio, despectivos hacia el mundo mezquino de sus mayores y rebeldes hasta la médula. ¡Al fin unos héroes de verdad!

Claro que muchos padres, cuando ponían en nuestras manos los libritos en cuestión, no sabían lo que hacían. Ignoraban que sus páginas, debidas a la pluma excepcional de Richmal Crompton, encajaban con cierta dificultad en las pautas de lo que se entendía entonces por «literatura pedagógica».

Si se hubieran molestado en echarles un vistazo, habrían comprobado que los héroes de aquellas aventuras tenían un nada edificante principio fundamental: odiar la enseñanza que trataban de inculcarles, empezando por el vituperado latín y siguiendo por la «jografía», la «jometría» y los demás rollos al uso.

Habrían visto con alarma cómo Guillermo y los suyos convertían en profesión militante la noble tarea de vengarse de los profesores por el diario suplicio recibido de ellos. Y que ampliaban generosamente esa venganza: al pastor de la Iglesia, al antipático granjero, al peluquero, a las estiradas damas de la caridad...

Habrían comprobado también, y con no menos honor, que aquellos cuatro niños terribles llevaban su venganza a los límites de la crueldad cuando se enfrentaban con la banda de los niños «bien» del pueblo, odiados por melifluos, pelotas, monos, chivatos, obedientes y estudiosos.

Muchos padres, ya digo, no sabían qué estaban poniendo en manos de sus hijos. Pero nosotros, en cambio, lo entendimos enseguida. Y lo acogimos con entusiasmo.

Cabría preguntarse, sin duda, cómo fue posible una sintonía tan rápida y directa. En efecto, Guillermo y los Proscritos eran hijos de una tierra (Inglaterra), una época (los años 30, 40 y 50 en un país democrático y desarrollado) y una tradición cultural (protestante, liberal, victoriana) que encajaban poco y mal con el entorno que soportábamos los niños ibéricos nacidos en pleno apogeo franquista.

Pero las apariencias engañan y, más allá de lo diferente, surgían los factores de solidaridad: los niños de aquí también sentíamos, como los Proscritos, víctimas de una educación basada en el castigo y de una moral pública asentada en la hipocresía. Pero no solo. Simpatizábamos tambien con la incontenible capacidad de los Proscritos para inventar juegos, rechazando las diversiones integradoras y adocenantes propuestas por sus mayores. Y participábamos asimismo de su interés por los mayores poco convencionales (los únicos adultos con los que los Proscritos consiguen hacer buenas migas son inevitablemente rebeldes, bohemios, artistas o vagabundos).

En realidad, Richmal Crompton, que era a la sazón una dama sesentona extremadamente fina y educada, distaba de proponernos a Guillermo como un modelo para que lo imitáramos a pies juntillas.

No nos incitaba a romper cristales, zurrar la badana al primero de la clase y echar brea en los abrigos de piel de las visitas. Lo que nos ofrecía en sus libros era tan sólo un guión para nuestros sueños.

Quiere el principio freudiano que los sueños sean siempre la realización de un deseo. Guillermo y los Proscritos se encargaban de trasladar al terreno de la fantasía (y de resolver con éxito en ese terreno) las frustraciones y las iras que el mundo adulto suscitaba (y seguirá suscitando, supongo y espero) en los niños. Ellos -esto es, nosotros-, convertidos por unas horas en Guillermo, tomábamos gracias a él venganza de la estupidez y el absurdo adulto... sin tener que pagar las consecuencias.

Pero las aventuras de Guillermo no habrían alcanzado el éxito que tuvieron si Richmald Crompton no hubiera añadido a todo lo anterior un acerado conocimiento de la tipología humana, capaz de hacer «creíbles» todos sus personajes, y una escritura impecable, exquisitamente sencilla y plena de sentido del humor («humor inglés», que se suele decir: irónico, ligeramente distante, apoyado más en las situaciones que en los diálogos).

A lo que habrán de añadirse otros dos reconocimientos inevitables. El primero para los dibujos de Thomas Henry, imprescindibles acompañantes de la obra de Crompton. Y el segundo, específicamente local, para la sobria labor traductora que realizaron, según las épocas, Guillermo López Hipkiss, C. Peraire y Dolores Raich.

Ignoro si los libros de la señora Crompton conservarán vigencia para los niños de hoy. A cambio, sé que fueron mucho más que un entretenimiento en la primera adolescencia de varias generaciones. Y que somos miles los que le tenemos instalado un monumento de homenaje en nuestro corazón.

Javier Ortiz. El Mundo (24 de mayo de 1990). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de mayo de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaquino.1990/05/24 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: 1990 guillermo_brown richmal_crompton el_mundo literatura | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

“Las niñas buenas van al Cielo”, “Las niñas buenas van al Cielo”, “Las niñas buenas van al Cielo”... Nos repetían como un mantra, para que se nos grabara a fuego en nuestra mente femenina infantil.

Las niñas de la postguerra no tuvimos las travesuras de ninguna guillermina como referente. Hubo de llegar la década de los sesenta para que naciera Mafalda.

Bien nacida y bienvenida Mafalda. Nos ayudaste a comprender que si las niñas buenas van al Cielo...

... las malas van...

¡… A donde les da la gana!

Escrito por: miren.2011/05/25 09:47:46.151000 GMT+2

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