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2001/12/29 06:00:00 GMT+1

Fefé

Fernando Fernández Tapia -Fefé, para el pijerío capitalino- prosigue su ascenso social hacia la cumbre. Ahora ha conseguido que lo nombren presidente de la Cámara de Comercio de Madrid en unas elecciones en las que sólo ha participado el 2,4% de los empresarios censados y que han sido recurridas ante los tribunales por diversas irregularidades. Presidente de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM) desde 1985 y vicepresidente de la CEOE desde 1990, FFT quería hacerse con la Cámara de Comercio madrileña no porque esa asociación goce del menor prestigio, sino porque es clave para controlar el Ifema, organismo que monta -y explota- todas las ferias comerciales de la Villa y Corte. Que maneja un pastón, por lo tanto.

FFT se beneficia del descarado apoyo de Alberto Ruiz Gallardón y de su consejero de Economía, Luis Blázquez, que llegó a la política procedente del Banco Central, en el que ejercía de factótum de Escámez. Todos ellos, pese a su militancia pepera, tienen excelentes relaciones con el grupo Prisa y con el propio Jesús Polanco.

Quien más quien menos sabe de Fefé por su presencia en las revistas rosas, que dan cuenta puntual de sus amoríos. Lo que muy poca gente sabe es que el empresario Fernández Tapia se hizo rico gracias a sus negocios en un sector muy poco adecuado para el comercio madrileño: el naval. El menda es armador de buques mercantes.

Me enteré de su existencia cuando trabajé para el Instituto Social de la Marina, hace ahora tres lustros. Allí no gozaba de un elevado prestigio, precisamente. En la época en que frecuenté aquel organismo, se hablaba de él como el desaprensivo dueño de un buque que había sido apresado en la costa africana -en Nigeria, me parece recordar- con un cargamento dudosamente legal. Las autoridades locales detuvieron a la oficialidad y a los tripulantes del barco y los encarcelaron a la espera del correspondiente juicio. Fefé se desentendió del asunto y los dejó tirados.

El mundo naval español de la época contaba con algunos empresarios a los que calificar de sinvergüenzas era tan sólo hacerles elemental justicia. Su jeta sólo podía compararse con la de las autoridades estatales del sector, con la que se repartían el botín.

Tenían montado un negocio estupendo. El naviero que fuera pedía un crédito al Banco de Crédito Industrial -es decir, al Estado- para adquirir un barco mercante. El BCI se lo concedía, dándole una moratoria de un año para el pago. El naviero explotaba el barco durante ese año y, al llegar el día en el que hubiera debido comenzar a retratarse, alegaba que no tenía dinero y entregaba el barco al BCI. Al poco, pedía otro crédito para comprar otro barco... ¡y se lo concedían también! De esa guisa, el Estado iba acumulando barcos y más barcos. No barquitos de tres al cuarto: petroleros y cosas así. Esos barcos los iba vendiendo en el mercado internacional a precios irrisorios, asignándoselos a aquellos armadores extranjeros que se mostraban más generosos en el pago de comisiones a los altos funcionarios del PSOE que hacían de intermediarios en la operación. Conocí a un personajillo felipista que pasó en cosa de nada de no tener dónde caerse muerto a comprarse un castillo castellano -¡un castillo!- al que acudía los fines de semana con su Mercedes último modelo.

Fernández Tapias se desenvolvió muy cómodamente en aquel ambiente. Supongo que, si no acabó en la cárcel, es porque no desentonaba nada en el sector. Incluso puede decirse que resultaba muy representativo. Tal vez por eso llegó tan rápidamente a vicepresidente de la CEOE.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (29 de diciembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/12/29 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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