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1991/12/22 07:00:00 GMT+1

«Esta tierra estaba habitada hace cien mil años»

Esta entrevista con José Miguel de Barandiarán fue realizada en el verano de 1988.
La verde naturaleza de San Gregorio, apenas salpicada por los alegres caseríos y el agua del río Oria, allí todavía limpia, fue el lugar del encuentro. El etnólogo y antropólogo vasco hace balance de su vida, íntegramente dedicada al estudio y la investigación.

Pregunta.- Está usted ya en las puertas del segundo siglo de existencia...

Respuesta.- Un año me queda para cumplir los cien; sí. Poca gente llega a mi edad, ¿verdad?

P.- Y con la mente despejada.

R.- Sí; eso es lo más importante. Si la cabeza falla; uno ya está ido.

P.- Usted se retiró de la enseñanza a los ochenta años. ¿Qué opina de la jubilación forzosa de aquellas personas que, conservando sus capacidades mentales, desearían seguir trabajando y no se lo permiten?

R.- En mi caso no se planteó. A mí nadie me dijo que me retirara de la enseñanza. Fui yo mismo el que decidí que los ochenta años eran una edad adecuada para pasar a ocuparme de otras tareas. En cuanto a lo que me plantea, ¿qué quiere que le diga? Antiguamente no existía el retiro. Mientras se tenía salud, se trabajaba. Forzando la jubilación de quienes quieren y pueden seguir trabajando, la sociedad desaprovecha un gran caudal de experiencia.

P.- Comparemos las diversas etapas de su vida. Tomando, por ejemplo, los últimos veinticinco años, ¿su labor ha sido más, menos o igual de intensa que. en la fase anterior?

R.- Depende de en qué sentido hablemos. Desde el punto de vista de las publicaciones, ha sido probablemente más amplia. Hasta los ochenta años, he realizado muchos trabajos de investigación, que combinaba con la enseñanza universitaria. Durante los veranos en particular trabajaba en yacimientos prehistóricos. A los 80 años me retiré.

P.- Se fatigaba.

R.- No. No fue esa la razón de dejarlo. Es que comprendí que había reunido tan gran cantidad de material, de notas, etcétera, que iba a necesitar muchos años para dar salida a todo ello en forma de libros, artículos, ensayos. Por mucho que mi vida se prolongara, tenía ya suficiente tarea por delante.

P.- ¿Cuántas horas del día dedica usted a escribir?

R.- No tantas como antes, porque ahora duermo bastante. O por lo menos estoy en la cama. Pero, en fin, siempre que no tengo muchas visitas, paso unas ocho horas escribiendo.

P.- ¿Escribe a mano?

R.- Tengo letra clara y todavía mi pulso es bueno, así que los editores me han dicho que no vale la pena que pase a máquina los manuscritos.

P.- ¿Cómo es posible alcanzar una edad como la suya en condiciones físicas tan buenas?

R.- Yo he contado con una gran ventaja: a los veintitantos años tuve una úlcera de estómago. Eso me obligó a acostumbrarme a cuidar mi salud. Eso es todo.

P.- Que un sacerdote católico huyera del franquismo es algo que sorprenderá a muchos.

R.- No fue por mi deseo, desde luego. Le contaré cómo ocurrió. Estaba yo cuando comenzó la guerra, en 1936, trabajando en unas excavaciones por la parte de Deba, en compañía de Telesforo de Aranzadi, con el que colaboré durante veinte años. Allí nos sorprendió la guerra y nos dejó aislados, de manera que no podíamos desplazarnos en ninguna dirección. El doctor Aranzadi decidió entonces ir por mar hasta Francia, para regresar luego por la frontera. Yo seguí su ejemplo y marché a San Juan de Luz en barco, con la idea de volver desde allí hasta Vitoria. Pero, cuando llegué a San Juan de Luz, me informaron de que la Policía tenía una ficha sobre mí en la que se me pintaba corno peligroso, porque, según ellos, yo era de ideas rojo-masónicas judeo-separatistas, o algo así. De modo que desde Vitoria rne señalaron que era mejor para mí que no regresara.

P.- ¿Y cómo fue el regreso?

R.- Fue gracias al lingüista Antonio Tovar. Cuando éste puso en marcha la cátedra «Larramendi», en la Universidad de Salamanca, decidió que yo era la persona indicada para dictar la lección inaugural, y me llamó. Le contesté que estaba perfectamente dispuesto a ello, pero que tuviera en cuenta mi situación. El hizo gestiones con el que era entonces ministro de Instrucción Pública, Joaquín Ruiz Giménez, el mismo que recientemente fue Defensor de Pueblo, y me aseguraron que podía regresar sin problemas.

P.- Usted ha dedicado su vida a la Etnografía, al estudio del pasado más pretérito. ¿A qué conclusiones ha llegado en sus investigaciones?

R.- El llamado «tipo vasco» es, como ocurre con sus pueblos vecinos, un heredero directo del tipo de Cromagnon, que sucedió a su vez al del tipo de Neardenthal. En estas tierras viven tipos humanos como los actuales desde hace muchos miles de años; más de cuarenta mil. Surgieron tras la última glaciación, cuando al transformarse el clima fue posible cambiar también el modo de vida humano, centrado hasta entonces en las cavernas, que eran los lugares más aptos para protegerse del intensísimo frío reinante. A partir de entonces pudieron vivir en el exterior, desplazarse a mayores distancias, subir a zonas más altas... Cambió también su alimentación, gracias a la aparición de vegetales, etcétera. Fue evolucionando, en suma. Es un proceso común a todas las poblaciones de la zona europea occidental. Cuando me hablan de que los vascos pueden proceder de pueblos de la zona caucásica, basándose en que se encuentra tal o cual parecido, me hace gracia. ¿Y por qué no iba a ser al revés, que aquellos pueblos procedieran del vasco? Que yo sepa, el viaje tiene la misma distancia de allí hasta aquí o desde aquí hasta allí.

P.- ¿Y la lengua vasca?

R.- Digo casi lo mismo. la lengua vasca no tiene necesidad de venir de ninguna parte, de ningún lugar. Esta no es una tierra que haya empezado a habitarse hace poco. Por los restos que yo he encontrado, estaba habitada ya hace cien mil años. Y podrían aparecer restos más antiguos.

Javier Ortiz. El Mundo (22 de diciembre de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1991/12/22 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: 1991 el_mundo etnografía entrevista euskal_herria barandiarán | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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