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2002/10/16 06:00:00 GMT+2

Ese modelo no sirve

Con el llamado asesino del tarot norteamericano pasa como con los accidentes de tráfico nuestros. Aquí las víctimas de la carretera sólo son noticia cuando un único accidente causa muchas muertes. Si mueren 10 personas en el mismo choque, la tragedia sale en la portada de todos los periódicos. Ahora bien: como se muera cada uno por su cuenta, tanto da que sean 20, 40 o 60. Sus dramas no pasan de las columnas de noticias breves, si llegan.

Pues lo mismo con el asesino del tarot. El asunto se ha convertido en gran noticia -aparte de porque sucede en los EE.UU., ombligo del mundo- porque todos los crímenes los está cometiendo el mismo individuo, no porque sea insólito en aquel país que un enloquecido dispare su arma y mate sin motivo aparente. Ese fenómeno forma parte de la rutina informativa estadounidense desde los tiempos de Mari Castaña: recuerdo que ya en 1971 hubo una película (Little Murders, de Alan Arkin) dedicada a la trivialización del asesinato al azar. Asesinatillos sin importancia, se tradujo en Europa, dando una vuelta más a la tuerca del humor negro.

Ojeo la amplia producción periodística dedicada al asunto del asesino del tarot durante estos días en aquellos lares y veo que están en las mismas de siempre. Mucha indignación, mucha exigencia de medidas drásticas... y nada de reclamar, de una puñetera vez y en masa, la abolición de las leyes que permiten que cualquiera pueda adquirir las armas de fuego que le dé la gana.

No hace falta ser Einstein para darse cuenta de que, si alguien tiene un arma de fuego, corre el riesgo de usarla. O de que alguno de sus allegados la coja y la use. Hace años, un conocido me preguntó cómo podía ser que pasara buena parte de mi vida en una casa de campo alejada del mundanal ruido y que no tuviera ni una mala escopeta de caza. «¿Y si una noche te asaltan unos ladrones?», me preguntó. Me eché las manos a la cabeza: «¡Razón de más para no tener ningún arma! ¿Y si me aterrorizan y disparo?». Todos los penalistas españoles saben que un elevado porcentaje de los crímenes que se cometen con armas de fuego en nuestro país tienen como protagonistas a militares, policías, guardias civiles y agentes de seguridad. ¿Por qué? Por una razón elemental: son los que tienen más fácil acceso a las armas de fuego.

Pero en las mesillas de noche norteamericanas hay más pistolas y revólveres que orinales.

Una sociedad que convive tan tranquila con ese disparate, que lo asume mayoritariamente como si fuera la cosa más natural del mundo, que se estremece ante el crimen pero se niega a poner en cuestión las condiciones que lo facilitan, es una sociedad enferma.

Así de sencillo.

Y para mí que quienes nos proponen esa sociedad como modelo tampoco están demasiado en sus cabales.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (16 de octubre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/10/16 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo usa armas diario 2002 preantología españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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