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2002/12/27 06:00:00 GMT+1

Es uno de los suyos

Si se hubieran propuesto regalarnos su propia caricatura no habrían podido hacerlo mejor.

Retengamos el especial recochineo que aporta la simultaneidad de los dos hechos: casi en el mismo punto y hora en el que el presidente del Gobierno anunciaba que los terroristas y demás autores de crímenes «especialmente graves» habrán de cumplir íntegra su condena, sin obtener el menor beneficio penitenciario –por lo menos mientras no demuestren fehacientemente su arrepentimiento–, el Ministerio de Defensa se las arreglaba para que el exgeneral Enrique Rodríguez Galindo abandonara la cárcel en virtud de un entrañable permiso navideño.

Me declararía desconcertado... si realmente lo estuviera.

De tener que simular sorpresa, preguntaría si tal vez el Gobierno considera que el secuestro, tortura y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala no fue una cadena de crímenes «especialmente grave», o si quizá su benevolencia se debe a que Rodríguez Galindo se ha arrepentido de las fechorías que cometió y ha aportado pruebas suficientes de su sincera contrición, dándose muchos golpes de pecho en las medallas y confesando con el debido detalle todo: quiénes lo hicieron, con ayuda de quiénes, con conocimiento de quiénes y –ya de paso, y puesto que de confesiones hablamos– cuántas veces.

No fingiré sorpresa: mentiría. Veo todo muy en su sitio.

Me parece normal que el Gobierno otorgue a Rodríguez Galindo trato de general, aunque no sea ya ni siquiera soldado. Considero lógico que le conceda un régimen penitenciario de privilegio. Entiendo perfectamente que le permita entrar y salir de la cárcel como Pedro por su casa: lo es, en muy buena medida.

Es bien sabido lo de Franklin D. Roosevelt con Anastasio Somoza García: no importa el hecho, importa el bando (*). En Intxaurrondo se secuestraba, se torturaba y se mataba (eso sostiene el Tribunal Supremo, por lo menos). Pero se hacía para loor y gloria del Estado. ¿Cómo no tener en cuenta ese hecho diferencial? Cuando Aznar afirma que a partir de ahora los criminales lo van a tener crudo, está hablando de los criminales del otro bando. No de los de casa, obviamente.

Porque, además, los de casa tienen inconvenientes añadidos. Por ejemplo: conocen demasiadas entretelas.

Rodríguez Galindo se estaba mostrando demasiado nervioso. Incluso había cambiado de abogado, prescindiendo del que le proporcionó en su día el Ministerio del Interior.

Imagínense ustedes que acabara hartándose y se pusiera a largar. ¿Cuántos prebostes no empezarían a cambiar de opinión sobre los beneficios penitenciarios?

(*) La anécdota se ha atribuido a varios presidentes norteamericanos, pero las versiones más fiables se la asignan a Franklin Delano Roosevelt. Cuentan que su secretario de Estado, Cordell Hull, le hizo ver un buen día que el dictador nicaragüense Tacho Somoza, al que la Casa Blanca estaba tratando como un excelente aliado, era «un perfecto hijo de puta». Y Roosevelt le respondió: «Sí, es un hijo de puta. Pero es nuestro hijo de puta».

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (27 de diciembre de 2002) y El Mundo (28 de diciembre de 2002), salvo la nota a pie de página señalada como *. Subido a "Desde Jamaica" el 29 de diciembre de 2009.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/12/27 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: preantología el_mundo felipismo galindo diario 2002 aznarismo gal euskal_herria lasa_y_zabala aznar euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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