Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2005/10/24 07:00:00 GMT+2

Errores inconscientes

Me interesa el fútbol. No pretendo justificarlo escudándome en Terencio y su «Nada humano me es ajeno». Me interesa en especial. No sólo disfruto con los partidos cuando son buenos y competidos; también me divierte lo que se mueve a su alrededor. Suele ser como una parodia, a menudo grotesca, de los comportamientos y los conflictos políticos y sociales.

En esa doble línea de interés, el segundo tiempo del Barça-Osasuna del sábado me pareció de perlas. Sirvieron buen fútbol y, como guarnición, un comportamiento -el del árbitro, Muñiz Fernández- realmente fascinante: jamás había visto en ninguno de los de su oficio una voluntad tan firme de no pitar penalti pasara lo que pasara. Parecía habérselo tomado como un asunto de amor propio.

Hace algunos días oí a otro árbitro, Pérez Burrull, que leyó ante la Prensa un papel corporativo en el que los de su gremio se quejaban de que se les acuse de cometer «errores intencionados».

Al margen de lo que pueda parecer esa expresión (si la resolución de un juez es deliberadamente injusta ya no se trata de un error, sino de algo bastante más grave), me llamó la atención la defensa que hacía de la torpeza de los de su gremio. Venía a decir: «Bien, aunque nos equivoquemos mucho y en cosas muy importantes, no nos juzguen mal: es sólo que somos incompetentes».

Pero el asunto es más complejo que eso. Los actos de las personas no siempre nacen en el terreno de lo consciente. Tampoco los suyos. No está en cuestión sólo lo que ven o no ven en el desarrollo del juego, sino también lo que su subjetividad inconsciente les deja o no les deja ver. Me creo que ninguno de ellos sea capaz de pensar cínicamente: «Me ha parecido ver que la superestrella Zutanito, superpersonaje superdestacado del superequipo del superclub que más comentarios de Prensa genera y más seguidores tiene, ha pegado una patada por detrás a un contrario, pero si lo expulso del campo a los dos minutos, van a hablar de mí y de mi madre durante días y más días. ¿Y si además no he visto bien la jugada y me equivoco? Puf. Lo dejo y a correr».

Doy por hecho que no lo razona así. Pero estoy seguro de que lo siente así.

En cambio, si el jugador al que cree haber visto dar la patada es uno sin demasiado renombre que juega en un equipo discreto, pues lo manda a la ducha y se queda tan ancho, satisfecho incluso de su rigor a la hora de impartir justicia.

La justicia de los árbitros de fútbol no se diferencia en gran cosa de la justicia de los tribunales. ¿Alguien cree que en EE.UU. se pronuncian tantas penas de muerte contra negros y contra hispanos, y tan pocas contra blancos acomodados, porque los jueces estadounidenses son conscientemente racistas?

Y que conste que cuando he citado a los blancos acomodados no estaba pensando en ninguna camiseta.

Javier Ortiz. El Mundo (24 de octubre 2005). Basado en el apunte Errores intencionados, publicado unos días antes. Subido a "Desde Jamaica" el 10 de mayo de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/10/24 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: justicia pena_de_muerte 2005 fútbol el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)