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1994/10/26 07:00:00 GMT+2

Enemigos de los enemigos

Lo existente es penoso; lo que amaga, sombrío. ¿Que el PSOE está pringado hasta las cejas? Claro, pero porque su poder es de cuerpo entero. Aquí rige el pringue a escala: tanto se manda, tanto se mangonea.

Si vale la pena que González se vaya de La Moncloa no es porque José María Aznar merezca entrar. Aznar sólo tiene una ventaja cierta: que no es González. A fuerza de tesón, pero sobre todo a fuerza de años, la densa trama de intereses creada en torno a González ha ido creciendo más y más, abarcándolo todo, constriñéndolo todo. Urge que alguien la quite de enmedio. Pero doy por seguro que el sucesor se pondrá de inmediato a construir su propia trama. ¿Ventaja? Una sola: en tanto lo logra, quizá nos sea dado un cierto respiro.

Conviene que haya mudanza en La Moncloa. Las mudanzas fuerzan a limpiar. Aznar asegura que él no mirará lo que Felipe González ha ido escondiendo debajo de la alfombra. Pero no podrá evitarlo. Lo verá obligatoriamente, cuando tenga que levantar la alfombra para empezar a ocultar sus propias inmundicias. Y entonces, a lo mejor, por un simple problema de falta de espacio disponible bajo la alfombra, saca a la luz pública una parte de lo que con tanto cuidado se nos oculta ahora mismo.

De todo lo cual, deducirán ustedes que mi convencimiento de la necesidad de echar a Felipe González lo antes posible es tan profundo como nula mi esperanza en lo que pueda venir después de él.

Habrá quien se pregunte si en tales condiciones tiene realmente sentido oponerse a lo existente.

De formular esa pregunta en voz alta, comprobará pronto que hay dos géneros de gente que tienen muy claro que sí.

Uno es el de quienes se oponen a lo establecido porque, como el gran visir Iznogoud de los tebeos, aspiran a ser califas en lugar de los actuales califas. Califas de lo que sea: de la política, de la tele, de la Prensa; califas de la pesca o califas multimedia. Oportunistas que o no pudieron o no supieron subirse al AVE del felipismo y hacedores de piruetas varias, que dieron con sus lomos en tierra y andan a la desesperada espera de su enésima oportunidad.

Pero están también -próximos en las formas, ideológicamente en las antípodas- quienes combaten contra lo establecido -y contra el establecimiento- no porque confíen en lo que vendrá, ni porque esperen nada del futuro, ni personal ni colectivamente, sino porque no conocen ningún otro sistema de mantener la dignidad. Están en contra, sencillamente, porque saben que lo que hay está mal y no han aprendido a agachar la cabeza. Ni ante los que mandan hoy ni ante los que quizá manden mañana.

Es importante no confundir a éstos con aquéllos. Pero es aún más importante que ellos mismos no se confundan. Los enemigos de los enemigos no siempre son amigos.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de octubre de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de octubre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/10/26 07:00:00 GMT+2
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