Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2002/09/29 06:00:00 GMT+2

El sujeto ése

Pude ver cómo iban cambiando anteayer los titulares de las ediciones electrónicas de los periódicos de Madrid a medida que avanzaba el día (y se incorporaban a la faena los ideólogos, supongo). El mismo discurso de Ibarretxe pasó de ser una propuesta sobre cómo acomodar a Euskadi en el Estado español a convertirse en la enloquecida plasmación de una desaforada iniciativa independentista.

Cada cual puede describir lo avanzado por Ibarretxe con los adjetivos que mejor le cuadren, o que mejor crea que cuadran a su cuadra, pero la variedad de los epítetos no cambiará ni un ápice el fondo de la cuestión: lo que hace que salten chispas no es la fórmula concreta que Ibarretxe propone para el engarce de Euskadi en España, sino el hecho mismo de que reclame el reconocimiento del derecho del pueblo de Euskadi a decidir sobre ese particular sin interferencias foráneas.

La mayoría de los políticos y comentaristas capitalinos califican de «antidemocrática» la propuesta del lehendakari. Es un reproche bobo. Se trata de una propuesta democrática hasta las más puras esencias... o no lo es en absoluto, según dónde sitúe cada cual el demos. Lo democrático es hacer aquello que vota el pueblo, pero ¿qué pueblo? Si la capacidad decisoria la tiene el pueblo del ente de Derecho llamado Euskadi (es decir, el de las tres provincias que conforman la actual Comunidad Autónoma Vasca), entonces la propuesta de Ibarretxe es democrática a más no poder. Ahora bien: si se considera que el poder de decidir sobre el porvenir nacional de Euskadi reside indeclinablemente en el conjunto de la población del Estado español (o de España: como se quiera), entonces el planteamiento de Ibarretxe no se tiene en pie. Dicho de otro modo: no estamos ante un problema de democracia, sino de definición del sujeto de soberanía.

Por poner un ejemplo: si la llamada comunidad internacional hubiera considerado que el depositario de la soberanía de la vieja Yugoslavia era el conjunto del pueblo que la habitaba, y que era a éste, reunido en colegio electoral único, a quien correspondía decidir el futuro nacional de la totalidad de la República, hoy no existirían ni Croacia, ni Bosnia-Herzegovina, ni Macedonia. Esas nuevas repúblicas existen porque la comunidad internacional decidió admitir que en esa zona había tantos sujetos de soberanía como comunidades aspirantes a serlo.

De todos modos, y a diferencia de lo ocurrido en la ex Yugoslavia, Ibarretxe no plantea en absoluto una alternativa separatista. No preconiza la constitución de un Estado vasco independiente. Lo que está defendiendo es un planteamiento de inspiración federal. Un acuerdo entre «libres e iguales», según la vieja formulación federalista.

Hace años, el PSOE, como todas las fuerzas antifranquistas, hizo suya la defensa del derecho de autodeterminación del pueblo de Euskadi (en cuyo territorio, por cierto, los socialistas de entonces incluían a Navarra). Y lo hicieron con plena conciencia de lo que el derecho de autodeterminación significaba.

Recuerdo una anécdota semicómica que lo demuestra.

Sucedió la cosa en 1975. Representantes de los muy diversos partidos ilegales que integraban las dos alianzas de oposición a Franco que habían existido hasta entonces (la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática) estaban reunidos para elaborar la declaración de principios que sustentaría su fusión en un único organismo. Se discutió si entre esos principios debía figurar el derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas y se acordó que sí. Entonces, Fernando Álvarez de Miranda, que estaba en la reunión junto con Joaquín Ruiz Giménez, como representante del llamado «Equipo de la Democracia Cristiana del Estado español», se ausentó durante unos minutos, al cabo de los cuales regresó y dijo: «¡Eh, atención! ¡Que he estado informándome de lo que significa el derecho de autodeterminación y me he enterado de que incluye el derecho de secesión!». El resto de los reunidos, entre los que estaban los representantes del PSOE, le dijeron -no sin cierta sorna- que, en efecto, así era, a lo que Álvarez de Miranda replicó: «Pues eso, como español, yo no puedo aceptarlo». Y se fue. De la reunión y del Equipo de la Democracia Cristiana.

Relato esta anécdota para demostrar que el mismo partido que ahora abomina de la propuesta de signo federalista que hace Ibarretxe defendía posiciones mucho más radicales al respecto. Incluso cuando años después renunció «tácticamente» a esos postulados, el PSOE siguió proclamándose federalista, y mantuvo -y mantiene- una estructura interna formalmente federal. Lo cual, oh paradojas, no le ha impedido precipitarse a declarar que la propuesta del lehendakari, que trata de plasmar el ideario federal en un pacto territorial concreto, es «inaceptable», «aberrante» y ni sé cuántas cosas más.

Algo semejante le pasa al diario El Mundo. Decía su artículo editorial de ayer que lo que defiende Ibarretxe es «un disparate». No obstante, quien tenga la paciencia de acudir al Libro de Estilo del periódico en cuestión, publicado en 1996, verá que en su documento programático fundamental, titulado 100 Propuestas para la regeneración de España, la alternativa que hacía suya con relación a este asunto era la siguiente:

«27ª Propuesta. España se estructurará como Estado federal. Las administraciones de las Comunidades Autónomas (CCAA) serán en sus respectivos territorios los órganos principales de la administración del Estado. La delimitación de las competencias entre el poder central y las CCAA se hará conforme al principio de subsidiaridad, de modo que el poder central asumirá sólo aquellas funciones que no puedan ser desempeñadas eficaz y solidariamente desde las CCAA. (...)

»28ª Propuesta. Referendos de autodeterminación. Definido el nuevo modelo de organización territorial, se celebrarán en todas y cada una de las CCAA referendos para su aprobación o rechazo. El nuevo modelo sólo podrá llevarse a la práctica si recibe la aprobación de la mayoría de los votantes de todas y cada una de las CCAA.

»Se reformará el Título VIII de la Constitución para adaptarlo al modelo federal de organización territorial del Estado.» [El Mundo, «Libro de Estilo», páginas 137-138, Ediciones Temas de Hoy, 1996. (Las negritas son del original)].

No parece necesario subrayar que esa propuesta programática, que el equipo directivo de El Mundo defendía con tanto entusiasmo hace tan sólo seis años, iba bastante más lejos que la avanzada anteayer por el lehendakari.

Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opiniones, faltaría más. Incluso quienes habían jurado que nunca lo harían (*). No me parece inaceptable, para nada, que quien ayer decía A diga hoy B.

Lo que me resulta éticamente descorazonador, y hasta deprimente, es que quien ayer reclamaba A con toda su alma no sólo proclame hoy que la verdad es B y sólo B, sino que afirme que quien defienda A, como él hace nada, o bien es que está loco de remate o bien actúa al servicio de los terroristas. Y eso cuando la situación sobre la que habla no ha sufrido ninguna transformación esencial: que era así cuando él decía A y que sigue tal cual, matiz arriba matiz abajo, cuando se ha pasado a decir B.

¿Quién tiene derecho a decidir qué va a ser de Euskadi? No sólo puede haber diversas respuestas; también la pregunta puede resultar objetable, sea porque no se admite que Euskadi tenga el ámbito territorial que plantea Ibarretxe, sea porque se considera que no ha de ser Euskadi, sino cada territorio provincial -o comarcal, o local-, el que debe decidir, sea porque se considera que Euskadi no existe si no es como parte de España, o de Europa, y por lo tanto no tiene nada que decidir por su cuenta...

La cuestión genérica, de principio, es, en último término, la del sujeto de soberanía. La del pueblo que debe decidir. En concreto: yo, natural del donostiarra barrio de Gros, ¿ante qué voto soberano tengo que rendirme: ante el que emita el pueblo de mi barrio, ante el de San Sebastián, ante el de nuestra comarca, ante el de Guipúzcoa, ante el de la Comunidad Autónoma Vasca, ante el del conjunto del ente histórico-cultural que llamamos Euskal Herria, ante el de España, ante el de la UE, ante el de Europa entera...?

No ridiculizo ninguna de esas hipótesis: todas me parecen igualmente sostenibles.

Lo que llevo fatal es que me vengan proclamando la indiscutible soberanía del «pueblo español» los mismos que la discutían apenas anteayer. O los mismos que, en cuanto se ponen a hablar de Navarra y Euskadi, dicen que debe hacerse lo que diga el pueblo de Navarra, como si el pueblo de Navarra sí tuviera derecho a autodeterminarse y el de Euskadi no. O que me vengan diciendo que no cabe tomar en serio lo que opine «una pequeña población» los mismos que se dicen dispuestos a dar «hasta la última gota de sangre» por la «españolidad» -ya que no la europeidad- de Ceuta y Melilla.

Alcancemos por lo menos ese acuerdo elemental y primario: no usemos diferentes varas de medir según las simpatías o antipatías que nos suscite cada caso. Y asegurémonos de que el sepulcro del Cid sigue convenientemente cerrado.

-----------

(*) En el Libro de Estilo de El Mundo se afirma, en relación con estas tomas de posición: «Nuestras 100 Propuestas constituyen el prisma a través del cual El Mundo se compromete a juzgar la actividad de los diferentes partidos políticos... En la medida en la que su actuación se aproxime a lo que proponemos, en esa misma medida aplaudiremos su acción. Y al contrario». Y se añade: «Las 100 Propuestas constituyen un contrato ideológico y político que El Mundo suscribe con sus lectores. Por ese contrato, este periódico se compromete a ser fiel en su línea editorial a un ideario de principios explícito y proclamado de antemano. Otros toman posición ante los acontecimientos de cada día en función de sus intereses momentáneos. Nosotros nos marcamos estos cien mandamientos. Son nuestras tablas de la ley». (Ed. cit., página 129).

Como diría el otro: O tempora, o mores!

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (29 de septiembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/09/29 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: españa autodeterminación diario 2002 euskal_herria ibarretxe el_mundo euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)