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1994/11/26 07:00:00 GMT+1

El «síndrome Di Pietro»

Cuentan que los loqueros italianos se lo están pasando en grande con la operación «manos limpias». Se ve que, entre los políticos y empresarios que rumian desesperadamente sus penas porque han caído en manos de la Justicia y los que están que viven sin vivir en sí porque piensan que el día menos pensado les llegará el turno a ellos, los psiquiatras y psicoanalistas están que no dan abasto.

Visto el asunto desde el ángulo teórico-clínico, el fenómeno más curioso con el que se están topando los especialistas italianos en azoteas es, al parecer, el que han dado en llamar, con cierto humor negro, «síndrome Di Pietro», en honor del afamado juez. Se trata de un cuadro clínico que presentan no pocos de los mandamases del mundo político y financiero que han pasado en muy poco tiempo de estar en la cumbre del prestigio social a ser tratados como lo que se ha demostrado que eran: unos sinvergüenzas. Son ésos que, en vez de decir «Vaya, me pillaron», optando a continuación por resignarse a su cruel destino o por volarse de un chingazo la maceta, que diría don Ramón María, reaccionan proclamándose víctimas de una conjura. El caso más llamativo es el del ex-líder del PSI Bettino Craxi: pese a haber sido cogido con las manos sucias en tropecientas masas, insiste en considerarse un chivo expiatorio.

El profesor Romolo Rossi, que se dedica a teorizar sobre esta moderna y singular variedad de desvarío, trata de explicarla apelando a una mezcla explosiva de delirio de grandeza y manía persecutoria: se supone que el tipo que sufre el «síndrome Di Pietro» tenía una idea muy elevada de sí mismo, coherente en su momento con el trato social que se le dispensaba, y que esa idea -profundamente anclada en él, rectora de su comportamiento- no le permite ahora adaptarse a las nuevas circunstancias. No entiende que alguien tan genial y tan bueno para el país pueda ser tratado de repente como una basura. La única explicación que encuentra es que le han hecho la cama.

Interesante asunto. Pero, si bien se mira, lo más interesante no es lo que les pasa ahora, sino lo que no les pasó en su día, cuando regían a su guisa los destinos de Italia. Es del todo evidente que, para ellos, estafar, exigir el pago de comisiones ilegales, sobornar, etc., no era delinquir, sino hacer política. No imaginaban que hubiera otro modo de ejercerla.

La cuestión que se plantea -viendo ahora el espectáculo de Berlusconi o, de fronteras adentro, el de Felipe González, declarado admirador de Bettino Craxi- es precisamente ésa: ¿hay otro modo de gobernar? En sociedades como éstas, ¿es posible dedicarse a la alta política y tener simultáneamente serios escrúpulos de conciencia? No es grave que algún gran líder salga paranoico. El problema es si cabe llegar a gran líder sin ser un rematado enfermo mental.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de noviembre de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de enero de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/11/26 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: corrupción 1994 di_pietro psiquiatría craxi italia berlusconi el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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