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1999/06/26 07:00:00 GMT+2

El riesgo de los conservadores

Dos noticias del mismo informativo. Una: sufre graves quemaduras en la noche de San Juan un hombre de 43 años que cayó en medio de una hoguera cuando intentaba saltarla. Dos: pánico en los pasajeros de una montaña rusa que se detuvo y quedó suspendida a medio viaje.

Dentro de pocos días empezarán los sanfermines. No faltarán los corredores heridos por asta de toro, o pisoteados por los bichos.

Siempre me ha intrigado la atracción que sienten muchos humanos por este tipo de riesgos. El peligro como diversión. ¿Por qué? Ah.

Lo que es yo, maldito el interés que le encuentro. Subí una vez a una montaña rusa, obligado por mis hijas. A lo largo de las veinte horas del recorrido -bueno, tal vez durara menos, pero a mí me parecieron veinte horas, como poco- me dijeron -fui incapaz luego de recordar nada- que no paré de invocar a mi pobre madre («¡Ay, mamá! ¡Ay, mamá!») y de reprocharme la decisión («¡Y he pagado por esto!»). Me pareció puro masoquismo. De hogueras, para qué hablar: no me animo yo a saltar una ni empapado de orujo. En cuanto a las carreras de San Fermín, me dan miedo hasta por la tele: como para participar. Las detesto con toda mi alma.

Tres cuartos de lo mismo me pasa con las películas de terror. ¿Qué satisfacción puede sentir el personal pasando miedo? De veras que no consigo ponerme en su piel.

Entendámonos: no descarto correr riesgos. He asumido bastantes en mi vida. Pero siempre calculados: cuando los he juzgado necesarios para conseguir algún objetivo. Nunca por placer.

Ahí está la cosa. Lo más curioso que tiene el gusto por el peligro, el riesgo como diversión, es que la mayoría de quienes gozan con él son luego, en su concepción del mundo y de la vida, esencialmente conservadores. Jamás soltarán el pájaro que tienen en la mano para ir a la busca del ciento que vuela. ¿Votar en favor de una opción transformadora? ¡Ni de coña! «A saber adónde nos llevaría eso», sentencian, desconfiados. Y se van a saltar por encima de la hoguera. O a hacer puenting. O a correr a 160 por hora por una carretera de montaña. O a subirse en la moto sin casco.

Hace legión la gente que es capaz de perder el culo delante de un toro, pero no de mojárselo para coger peces.

No descarto que sean actitudes complementarias. Es posible que quienes llevan una vida agarrotada por el miedo y la rutina necesiten de esos riesgos, absurdos pero meramente circunstanciales, para olvidar por un rato su mediocridad.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de junio de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de junio de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1999/06/26 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: jor el_mundo 1999 riesgo sanfermines miedo preantología miscelánea conservadores | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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