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2003/12/08 06:00:00 GMT+1

El régimen

Aznar se declara dispuesto a estudiar una posible reforma de la Constitución siempre que afecte sólo a asuntos «secundarios» y no represente «un cambio de régimen». Para él, lo fundamental es conservar intactos los pactos esenciales que sirvieron para la elaboración de la Constitución vigente.

Es significativo que utilice la expresión «cambio de régimen», porque precisamente uno de los pactos clave que marcaron el tránsito del franquismo al sistema parlamentario fue la renuncia a la ruptura, es decir, al cambio de régimen. 25 años después, él insiste en que no haya ruptura.

Yo no comparto ni poco ni mucho la posición de los que dicen que el PP está propiciando la vuelta al franquismo. El PP tiene una fuerte inclinación hacia el autoritarismo, sin duda, y un clamoroso desprecio por la separación de poderes (un modelo probablemente inalcanzable, pero al que ni siquiera trata de acercarse). Es catolicón, desconfía del pensamiento libre, alimenta un españolismo carpetovetónico y ultramontano... Todo eso es más que cierto. Pero el franquismo impuso sus querencias reaccionarias no sólo de manera mucho más extrema, sino también con una espantosa violencia. No sólo fue más: fue otra cosa. Sólo gente que no haya vivido bajo el franquismo o que se haya olvidado de cómo fue puede decir que esto de ahora es franquismo.

Pero tampoco cabe olvidar que el paso del franquismo al sistema parlamentario -la llamada «Transición»- se hizo respetando ciertas características básicas del régimen anterior. Y que, así como algunas de esas pervivencias se han ido desvaneciendo por pura ley de vida -por ejemplo, la continuidad de los altos mandos militares y policiales-, otras se han mantenido en lo esencial, o incluso se están reforzando en los últimos tiempos. Así, el papel de la Iglesia Católica en la vida civil. O la concepción centralista de España, basada en la identificación de «lo español» con los hábitos culturales más rancios de las regiones no periféricas y de habla exclusivamente castellana. La forma de Estado monárquica también se incluye en el lote de esos elementos de continuidad intocables, no tanto porque sea importante en sí misma, sino porque la proclamación de una República nos situaría de inmediato dentro de otra tradición histórica, laica, izquierdista y federalizante.

Es obvio que cuando Aznar muestra su oposición frontal a «un cambio de régimen» está pensando en el apuntalamiento de esos elementos de continuismo. En resumen, lo que reclama es que no se desdibujen los trazos de la España eterna. Y la dirección de este PSOE actual, cuyo único principio parece ser la carencia de principios, se dedica a rivalizar con él en la puja por los blasones del derechismo histórico.

¿Lograrán que todo siga tal cual, salvo en los asuntos bien llamados «secundarios»? Supongo que sí. A no ser que Cataluña, Euskadi y la anti-España interior, que diría Franco, a fuerza de oponerse a la España eterna, acierten a abrir paso a una nueva.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de diciembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/08 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: españa aznarismo 2003 constitución aznar apuntes | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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