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2005/06/19 06:00:00 GMT+2

El «gesto» de ETA

Considerado en sí mismo, sin tener en cuenta otras circunstancias, el comunicado que ETA ha hecho público hoy, en el que anuncia su decisión de no atentar contra electos españoles tampoco sería como para echar cohetes. No sólo se refiere a un aspecto parcial de su detestable actividad, sino que incluso, en ese terreno limitado, su anuncio presenta lagunas importantes, no sé hasta qué punto deliberadas: dice que no va a atentar contra políticos españoles electos, pero no dice si se trata de una decisión irreversible; no precisa si, en el caso de que algún día decida volver a esas andadas, avisará previamente de ello; no aclara si descarta cometer atentados contra gente del PP o del PSOE por motivos distintos de su militancia partidista (por negarse a pagar el impuesto revolucionario, por ejemplo); no especifica si se reserva el derecho a atentar contra militantes del PP o del PSOE que no hayan resultado electos en ninguna votación... En resumen: lo que ETA ha escrito en ese comunicado es tan ambiguo que podría hacer cualquier día lo que le diera la gana y sostener que no ha incumplido los términos exactos de su compromiso.

Eso, ya digo, sin contar con que no hay en su proclama ninguna mención al cese de otro género de atentados contra personas o a la colocación de artefactos que estallan en cualquier parte y que el día menos pensado pueden llevarse por delante a cualquier viandante. (No se me quita de la cabeza la imagen de esos chavales de Zarautz que estuvieron hace unas cuantas semanas jugando durante un buen rato con una bomba, inconscientes de lo que tenían entre manos. De haberles estallado, la escabechina habría sido fina.)

Hay, por lo tanto, sobrados motivos para afirmar que el anuncio de ETA, considerado en sí mismo -insisto-, resulta demasiado limitado, inconcreto y reservón. Que es, de hecho, un compromiso que apenas compromete a nada.

Pero es interesante que se haya creído en la obligación de hacerlo. Es digno de mención que lo haya hecho público apenas tres días después de que el mundillo político vasco y el Gobierno central recibieran con llamativas pruebas de decepción otro comunicado suyo, en el que se largaba un extenso y muy solemne rollo sin entrar en ninguna harina. Se ha dado cuenta de que no puede pasarse el tiempo soltando esa cursilada de que es a Rodríguez Zapatero a quien le corresponde «mover ficha» y que, si quiere pintar algo positivo en el próximo futuro, ha de asumir la abrumadora voluntad de paz de la población de Euskadi.

 

No estoy tan seguro, en cambio, de que su gesto esté dirigido también al pleno que el Parlamento de Vitoria celebrará el miércoles y en el que se pondrá a prueba la candidatura de Juan José Ibarretxe a lehendakari.

Algunos observadores muestran su asombro cuando ven que sectores importantes de la izquierda abertzale -y del nacionalismo vasco moderado, pero ésa es, al menos en parte, otra historia- parecen más interesados en entenderse con Zapatero que con Ibarretxe y su renqueante tripartito.

Eso demuestra la escasa memoria de los tales observadores. Porque siempre ha sido así. Ya hace más de tres lustros de las conversaciones de Argel, en las que la izquierda abertzale se negó a que hubiera -así fuera como mero observador exterior, sin voz ni voto- ningún representante del partido mayoritario de Euskadi. Su idea del proceso siempre ha apuntado por esa vía: buscar un acuerdo entre la izquierda abertzale y los políticos españoles más sensatos, prescindiendo de la representación política mayoritaria de la sociedad vasca. (Curiosa idea de sensatez la suya, por cierto: entonces querían pactar con los creadores de los GAL; ahora con los especialistas en perseguirlos judicialmente.)

Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/19 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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