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2000/09/13 07:00:00 GMT+2

El Día Sin Sentido

No conozco a nadie que haya regresado a España tras haber pasado algunos años en el centro o el norte de Europa que no haya hecho el mismo comentario: «Pero, ¡qué manera de gritar!». Cuando uno vive aquí no lo nota. Hay que venir de latitudes en las que la gente no se toma mutuamente por sorda para darse cuenta: en las calles de España hay un ruido de tres pares. El personal no sólo habla a gritos, sino que, además, complementa la cosa con toda suerte de estruendos -bocinazos, radios a tope- que incitan a los demás a hablar todavía más alto.

Pues bien: imaginen ustedes que el Gobierno, para disimular que no hace nada para reducir los altos índices de contaminación acústica que sufrimos, instituyera un Día Sin Ruido. Y que, para dar más prestancia a tal fecha, sacara un decreto en el que estableciera que ese día, de tal hora a tal otra y en tales o cuales áreas urbanas, quedara prohibido hablar. Todo el mundo diría, y con razón, que se había vuelto loco: que el problema en todo caso no es de un día y que, además, un derecho fundamental no se puede ni abolir ni limitar de manera tan arbitraria.

Cambien ustedes de derecho fundamental, tomen el derecho a la libre circulación de las personas y estarán ante lo que prepara el Ayuntamiento de Madrid para el venidero día 22, instituido como Día Sin Coches. Para festejar la jornada, ha decidido prohibir durante dos horas la circulación por el centro de la capital.

Me temo que sea una decisión ilegal. Los derechos individuales sólo pueden limitarse en función de un bien colectivo. Y aquí no hay beneficio colectivo alguno. Lo habría si fijara una prohibición o una limitación estables, como las que existen en algunas capitales europeas. Pero esta prohibición caprichosa del Ayuntamiento no tiene más función que la de darse unas ínfulas medioambientales tan fugaces como hipócritas.

Sí, hipócritas. Hace años que los ecologistas vienen criticando el desmedido afán de la Alcaldía capitalina por construir más y más aparcamientos en el centro. Con eso, incita a que la gente se meta con el coche hasta la cocina. Si de verdad quisiera descongestionar el centro de Madrid, construiría enormes aparcamientos en los límites de la red del metro, para que a los vecinos de la periferia les resultara más rentable y cómodo dejar allí sus coches y moverse por la ciudad en transporte público. Pero no lo hace. En realidad, el asunto se la trae al pairo. Lo suyo es un Día Sin Coche y 364 a tope.

Menos mal que contamos con una oposición lúcida y firme. Inmediatamente ha criticado la decisión de Alvarez del Manzano y le ha exigido... ¡que el perímetro que quede vedado a la circulación el próximo 22 sea más amplio!

Javier Ortiz. El Mundo (13 de septiembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de septiembre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/09/13 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: madrid 2000 el_mundo coche tráfico | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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