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2001/04/07 06:00:00 GMT+2

Discográficas, ajo y agua

Gran indignación músico-industrial por el pirateo de discos.

No tienen razón. No, al menos, toda la razón.

Si la gente no compra más discos originales es porque son carísimos. Y son carísimos porque el margen de beneficio de las grandes compañías discográficas es escandaloso.

Yo comprendo que sean caros los discos minoritarios, en los que hay que prorratear un montón de gastos fijos. Pero que cedés que se venden como churros tengan los precios que tienen es, sencillamente, un abuso.

Hay diversos géneros de copia de discos. Uno es el que se hace con fines comerciales. Ese es lógico que se persiga. Y además no es tan difícil: basta con seguir la cadena de la venta ambulante hasta sus orígenes.

Pero hay otras copisterías que no tienen nada que ver con eso.

Por ejemplo: algunos fabrican copias de discos que han comprado, pagando religiosamente su precio, porque no quieren andar paseándolos por ahí. Se hacen una copia para el reproductor del coche, o para el del trabajo, o para el de su segunda residencia. O como mera copia de seguridad, para no estropear el original. ¿Qué pretenden, que se compren cuatro veces el mismo disco?

También hay gente que convierte discos de vinilo en cedés, para tenerlos en un formato mejor y más manejable. ¿Qué sentido tiene que eso sea ilegal?

Es igualmente frecuente el intercambio de discos entre amigos. Ahí volvemos a lo del precio. Me sé de melómanos que quieren estar más o menos al día, y que por ello, y no sin sacrificio, están dispuestos a dejarse hasta 10.000 pesetas mensuales en discos. Pero no 30.000, ni 50.000. Sencillamente porque entonces tendrían que prescindir de comer. Así que se conchaban entre varios para comprar cada uno dos o tres discos e intercambiar novedades.

Luego está lo de Napster. Es una pasada. Primero, porque ir contra el fenómeno del intercambio de música por Internet es tratar de poner puertas al campo. Pero es que, además, Napster también ayuda a los ingresos de la industria discográfica. Ha habido autores cuya existencia he conocido –y de los que luego he comprado discos– porque me he topado con alguna de sus canciones en los archivos de Napster.

Lo que las discográficas tienen que hacer es renunciar a los beneficios astronómicos que venían obteniendo y ofrecer productos más elaborados. Algunas ya han empezado a hacerlo: sus discos adjuntan folletos primorosamente realizados, cuando no auténticos minilibros, que ninguna copia puede proporcionar. Claro que eso implica gastar más y ganar menos. Oye: pues ajo y agua.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (7 de abril de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de abril de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/04/07 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: música piratería el_mundo diario 2001 cultura | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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