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1992/07/25 07:00:00 GMT+2

Desprecio olímpico

Empiezan los Juegos Olímpicos y la polémica sobre su politización continúa. Me cuentan que los organizadores han descubierto un ingenioso sistema para impedir que una parte del público silbe la presencia del rey de España en el acto inaugural de hoy. Parece que cuando el monarca entre en el palco presidencial, sonarán las notas de Els Segadors. Se supone que ningún nacionalista catalán se atreverá a abroncar su propio himno, con lo que el problema quedará resuelto. Es cierto que no pega mucho saludar al sucesor de Felipe V con el canto que simboliza los deseos de revancha de las víctimas del Decreto de Nueva Planta, que impuso en Cataluña las leyes castellanas, pero lo que se pierde en congruencia se gana en eficacia. No me han dicho si hay prevista alguna otra argucia para evitar muestras de disgusto cuando aparezca la bandera española en la pantalla gigante del estadio, pero imagino que, siguiendo la misma lógica, y aprovechando la coincidencia de colores, será presentada como si fuera una parte de la senyera. Todo sea con tal de evitar que el mundo se entere de que el Estado español cuenta con instituciones y símbolos que una parte considerable de la población de Cataluña no acepta.

He seguido con interés esta bronca sobre la presunta politización de los Juegos Olímpicos. Y observado que para la inmensa mayoría de los creadores de opinión pública con sede en Madrid, aplaudir a un rey o aceptar una bandera no tiene nada que ver con la política; sólo rechazarlos es política. Según ellos, aprovechar los Juegos Olímpicos para hacer propaganda de España en su actual configuración política es la cosa más lícita y natural del mundo. Pero contar por ahí que Barcelona está en Cataluña, aunque se añada cautamente que es parte de España, representa un abuso intolerable. Uno, que no es nacionalista catalán porque ni siquiera es catalán, y que está en contra de todos los fastos del 92 por razones generales (de principio) y muy concretas (de bolsillo), no puede evitar en este caso dar la razón a quien la tiene. Lo más grotesco del nacionalismo español ha sido siempre eso: que sus defensores, por no entender, ni siquiera se dan cuenta de que son nacionalistas.

Javier Ortiz. El Mundo (25 de julio de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1992/07/25 07:00:00 GMT+2
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