Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

1998/09/26 07:00:00 GMT+2

De soberanías

De las muchas trampas en las que pueden caer ahora los políticos de uno u otro signo tras la suspensión de actividades de ETA, una -y no la menor- es la que les tienden las palabras. A nada que se descuiden, pueden verse enzarzados unos contra otros, blandiendo palabras de apariencia la mar de pomposa, pero de contenido más que dudoso.

Oímos ya bramar a troche y moche, por ejemplo, que el llamado derecho de autodeterminación de las nacionalidades minoritarias es inaceptable porque «choca con nuestra Constitución, que establece que la soberanía nacional reside en el pueblo español».

Soberanía. Esa es una de las palabras que más equívocos va a provocar en los próximos meses.

Se nos trata de decir que la soberanía del pueblo español es intangible. ¿Intangible? ¡Pero si ya está más que tocada! Actualmente, la población española no podría decidir, aunque quisiera, sobre buena parte de sus destinos: en materia de organización social, de política económica, de política exterior... El proceso de unificación europea ha supuesto una cesión de soberanía de tal calibre que, en comparación con ella, el otorgamiento del derecho de autodeterminación a la población vasca, por ejemplo, apenas tendría más relevancia que la meramente sentimental. Entre otras cosas porque la población de Euskadi, por mucho que se declarara independiente, tampoco lo sería: está irremisiblemente embarcada, como todo quisque, en el tren común de la Unión Europea.

Pues bien: la decisiva dejación de soberanía que se hizo en favor de la UE -una dejación que la clase política perpetró sin pedir permiso a quien teóricamente era el soberano, esto es, al pueblo español- no llamó a casi nadie la atención en su momento. Y eso que la soberanía popular no se transfería a un órgano de representación democrática supranacional, sino a un Ejecutivo sobre el que las poblaciones europeas no tienen modo de ejercer un control efectivo, ni por separado ni juntas, dado el escaso poder del Parlamento de Estrasburgo.

Sólo unos pocos levantamos la voz cuando se produjo semejante barbaridad, y fuimos tachados de antieuropeístas. ¿Se abrió con ello el melón constitucional, como dicen ahora? ¿Se redefinió la soberanía? Quiá. Dejaron tal cual la Constitución. A fin de cuentas, qué más da: ésa es sólo otra proclama huera más, de las muchas que ya incluye el venerado texto.

El único modo de no instalarse en la mitología política es atenerse a la realidad. Tomemos, para variar, el ejemplo de Gibraltar: ¿cuánta gente no hay que reivindica enfáticamente la españolidad del Peñón y que, en cambio, pasa por alto que en la Costa del Sol hay urbanizaciones británicas más populosas que la de la Roca, en las que todo está en inglés y en donde los españoles sólo entran para cortar el césped, quitar el polvo y servir la mesa? Se han autodeterminado por su cuenta, sin pedir permiso, a golpe de libras esterlinas. Vaya soberanía.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de septiembre de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de septiembre de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/09/26 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo tregua 1998 aznarismo eta euskal_herria lizarra_garazi aznar euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)