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1998/06/27 07:00:00 GMT+2

Daños irreparabales

Los especialistas que han examinado a Segundo Marey afirman que el secuestro le causó daños psíquicos irreparables.

Todo lo que padecemos nos deja huella. Cuando la herida es terrible, también lo es la cicatriz. Pero, si el mal recibido encaja en nuestras previsiones -no puede sorprender la perversidad del enemigo-, nos cabe asimilarlo mejor.

Es el daño incomprensible el que más cercena. Marey -el señor K- no entendía nada. Si él no estaba metido en ninguna pelea, ¿por qué lo maltrataban? ¿Para qué? ¿Quién? El absurdo laceró su memoria para siempre.

Me apena Marey. Pero tampoco exagero: hay mucha gente que es vejada a diario, que padece hasta lo irreparable. No privilegio su caso.

El mal más grave que causaron los autores del secuestro de Marey -hablo de los autores mediatos: de los que lo planearon, lo financiaron, trataron luego de taparlo y quieren ahora justificarlo sin dejar de fingir que están al margen- no es el que infligieron a ese patético anciano. No fue un daño individual.

Lo peor es la herida que abrieron en el corazón de nuestra sociedad. Y especialmente en el de eso que aún seguimos llamando la izquierda.

La envenenaron. Le inyectaron una fatídica sobredosis de doble moral. A partir de aquello -y con lo que siguió luego- no quedó espacio disponible para la ética. Cada cual supo que estar con esa gente -así fuera para oponerse lealmente a ella- era codearse con el crimen.

Desde entonces, toda la política española ha vivido en la impostura. En la inmoralidad. Y la población se ha acostumbrado a cerrar los ojos a la evidencia. A hacer como si no supiera lo que sabe de sobra.

«¿Por qué tienes tanta manía al PSOE?», me escribe un lector que se declara «de izquierdas». ¿Es una manía negarse a mantener buena relación con quien ha recurrido al crimen o milita codo con codo con quienes lo hicieron?

El mero hecho de que haya quien plantee la cuestión en esos términos -y no porque tenga un irreprimible afán encubridor, sino porque lo ve así- revela hasta qué punto se ha envilecido la conciencia de la presunta izquierda española.

No se dimite de los principios por parcelas. Los mismos que no sienten una intolerable repugnacia cuando ven a Barrionuevo y Vera largarse el rollo, como si fueran gente de bien, y a Felipe González teorizando su inocencia mientras se queja de que no hubiera un pacto de Estado para taparlo todo, son los que han acabado aceptando que prevalezca la OTAN, y el Tratado de Schengen, y las malditas leyes de extranjería, y el neoliberalismo rampante, y el derecho al aborto con retales, y todo lo demás. Ahora, ser de izquierdas ya no es cuestión de ética, sino de estética: con tener ojeriza al Papa y a Julio Iglesias va uno más que servido.

Pobre Marey: él es lo de menos.

Javier Ortiz. El Mundo (27 de junio de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de junio de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/06/27 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: preantología el_mundo barrionuevo 1998 gal felipismo izquierda vera felipe_gonzález psoe euskal_herria marey euskadi españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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