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1994/05/11 07:00:00 GMT+2

Cuestiones de antifelipismo

Los más reputados expertos en antifelipismo discuten sobre qué conviene más a su causa en estos momentos.

El debate es de lo más animado. Se plantean dos posiciones básicas: la de quienes consideran que es mejor que González dimita ya, y la de aquellos que creen preferible que continúe por un tiempo.

Según estos últimos, el prestigio del máximo líder del PSOE está deteriorándose a tal velocidad que basta con que siga en las mismas durante unos pocos meses para que el personaje se hunda ya del todo y para siempre.

Los primeros, sin desdeñar lo bien fundado del argumento, creen que encierra un riesgo excesivo. Opinan que más vale pájaro en mano. Tienen miedo. Piensan: ¿y si, por circunstancias imprevisibles, González consiguiera recuperarse?

Situado ante ese dilema, casi me apunto a la posición de quienes prefieren que la agonía política de González se prolongue cuanto sea preciso.

Por dos razones.

La primera no es de carácter social, sino individual. Sostengo que se debe respetar escrupulosamente el derecho a la autodeterminación de las personas. Si Felipe González desea ahondar más y más en su descalabro, no seré yo quien se oponga a ello. Muy al contrario.

La segunda razón es política. Si de veras existe el peligro de que la mayoría de la población olvide todo lo que ha ocurrido y acabe devolviendo a González el tanto de confianza que le ha retirado en estos últimos meses, prefiero que lo haga.

Aún estoy bajo los efectos de las declaraciones que hizo el lunes Garzón. Casi hubiera preferido que el ex/pre/juez se mantuviera en sus trece. Que se hubiera resignado a perpetuarse como secretario de Estado... qué sé yo: de Vicetiples Contra la Droga, sin ir más lejos. Lo que me inquieta y desconcierta, lo que me desazona infinitamente, es que aquel que investigó la trama de los GAL, el mismo que supo -aunque no tuviera la audacia de probarlo- quién estaba detrás de la nada enigmática «X» responsable de tal intolerable pestilencia, haya podido realmente dejarse engañar durante meses por un personaje de cuya perversidad tanto sabía.

Me siento capaz de luchar contra los canallas. Sé de qué van. Y no me asusta perder en el combate. Es lo normal. La imbecilidad, en cambio, me supera. Si después de todo lo visto, desde Juan Guerra a Roldán y Rubio, la mayoría está en el alero, y aún puede González ganarse su aprecio, es que ése es el hombre que debe gobernar en este país. Porque es el presidente que se merece. El más adecuado.

No hay el menor riesgo en dejar que González siga hundiéndose. Porque, una de dos: o de ese modo logra que se le eche a patadas para siempre, o quedará claro que está muy bien donde está. Y que su próximo eslogan electoral sea ya directamente el muy celtibérico «¡Vivan las caenas!».

Javier Ortiz. El Mundo (11 de mayo de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de abril de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/05/11 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: 1994 felipismo felipe_gonzález mariano_rubio alfonso_guerra roldán el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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