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2002/02/08 06:00:00 GMT+1

Cuestión de profilaxis

En la pasa legislatura, el PP se quejaba de que no podía llevar a la práctica algunos aspectos claves de su programa electoral -muy particularmente en lo tocante a RTVE y al Poder Judicial- porque no contaba con la mayoría parlamentaria necesaria.

Nunca tuve muy clara cuál era exactamente su posición programática con respecto a la radiotelevisión pública. Hacía vagas referencias al modelo de la BBC y daba a entender que, de poder, le asignaría un papel complementario al cubierto por los medios de información privados, despojándola de servidumbres publicitarias y confiriéndole una neta intención cultural. Como no concretaba de qué modo lo haría, era imposible saber a qué atenerse: un plan de ese género podía llevar tanto a la transformación positiva de los medios públicos de comunicación como a su desmantelamiento puro y simple.

Lo del Poder Judicial, en cambio, lo definía con total nitidez: decía que quería acabar de una vez por todas con el llamado sistema de cuotas, es decir, con el reparto canibal de los principales órganos del Poder Judicial entre los partidos políticos.

Pero no podía llevar adelante estas y otras reformas regeneracionistas -alegaba- porque estaba atado de pies y manos a sus socios parlamentarios y, en especial, a CiU.

Lo cual no fue negativo en todos los campos, ni mucho menos. En razón de esa servidumbre, se vio obligado, por ejemplo, a desarrollar una sensibilidad hacia la autonomización del Estado de la que hasta entonces no había dado demasiadas pruebas. Pasó, por decirlo gráficamente, del «¡Pujol, enano, habla en castellano!» a hablar catalán en la intimidad. Un giro tirando a copernicano.

Dispuesto a hacer de la necesidad -de la debilidad- virtud, desarrolló, en general, un notable espíritu pacificador y de consenso, bastante alejado de las pautas de cerrado derechismo que muchos esperaban (esperábamos).

Y en esto que le llovió la mayoría absoluta.

¿Cuál fue el resultado?

Para empezar, mandó al trastero sus viejas propuestas regeneracionistas. Antes he señalado dos puntos concretos: RTVE y Poder Judicial. La radiotelevisión pública se ha comercializado todavía más, por imposible que pareciera, y sus servicios informativos continúan sirviendo de instrumento de chabacana propaganda gubernamental. En cuanto al Poder Judicial, qué deciros que no sepáis: ya tenemos en el Tribunal Constitucional al inventor del lehendakari de Oklahoma y ahí está el CGPJ quitándose alegremente de enmedio a la Sala Cuarta de la Audiencia Nacional para que no siga poniendo obstáculos a las garzonadas de turno.

A cambio, ha tirado por la borda su anterior condescendencia autonomista, sus afanes de consenso y su pudibundez derechista. Ahora cabalga feliz y orgulloso a lomos del caballo de Santiago Matamoros, repartiendo mandobles a diestro y siniestro. Bueno, no: a siniestro.

La experiencia ya la habíamos tenido durante el trecenato felipista. Ahora la vemos desdichadamente confirmada de punta a cabo. Las mayorías absolutas acarrean arrogancias absolutas, indiferencias absolutas hacia las minorías, intentos de acaparamiento absoluto de los resortes del Poder. Sacan de cada partido lo peor que lleva dentro.

Una sociedad madura y plural debería prohibirse a sí misma otorgar a nadie tanto poder.. Por mera profilaxis.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (8 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de marzo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/02/08 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: 2002 diario | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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