Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

1992/08/26 07:00:00 GMT+1

¿Cotilleos?

Los asuntos propicios al cotilleo tienen mala prensa en la prensa. Los periódicos «serios» los reflejan precavidamente, como temerosos de perder su dignidad, de correr el peligro de deslizarse por la pendiente del «amarillismo». No veo por qué. No hay asuntos «amarillos»; lo «amarillo» está -si está- en el tratamiento que se le da. Nihil humanum a me alienum puto: todo lo humano me concierne. Algunas de las más interesantes conversaciones que he tenido en los últimos días han sido a cuento de asuntos de estos «del corazón»: que si Allen-Farrow, que si Madame Ferguson, que si Juan Carlos de Borbón. Y es que todos, del Rey abajo, tenemos corazón.

Tomemos el affaire Allen-Farrow. Mucha gente ha condenado rápidamente a Woody Allen por lo que se dice que ha hecho. Yo no sé lo que ha hecho o dejado de hacer; en realidad, ni siquiera me importa gran cosa: Pero la cuestión presenta diversos ángulos -y eso es lo interesante- válidos para el análisis de los convencionalismos y de la moral dominante. A la vista de lo que se ha escrito y dicho al respecto, apunto tres proposiciones polémicas. Primera, no entiendo qué hay de éticamente inaceptable en que un señor y una señorita que se atraen mutuamente entablen relaciones sexuales. Que entre ellos haya lazos legales -por lo demás no consanguíneos-, que ella sea hija adoptiva de la ex de él o que ambos hayan tenido previamente una intimidad de otro tipo son circunstancias que sólo a ellos conciernen. Si nada de eso les frena a ellos, ¿qué pintamos nosotros juzgándoles? Segunda, se ha dado por supuesto que todo trato camal entre adultos/as y niños/as es aberrante. Típica idiotez de adultos. Muchas experiencias individuales -quizá les baste a ustedes con hacer memoria para confirmarlo- demuestran que esas relaciones pueden ser satisfactorias, aleccionadoras y nada traumáticas para los niños y niñas. A cambio, creo poder pronosticar que, si Mia Farrow fuerza a su hija a testificar en público diciendo que Allen le tocaba así o asao, el daño psicológico que causará a la cría será enorme. Tercera, se ha cometido el disparate de mezclar la labor cinematográfica de Allen con su vida privada (véase, sin ir más lejos, el artículo que una mema publicaba en la página 4 de este periódico el pasado sábado). Lewis Carroll sentía una atracción enorme por las niñas: ¿es por ello menos maravillosa su Alicia? Aristóteles se lo montaba con chavalitos: ¿debemos menospreciar por tal razón su filosofía? Haga lo que haga cuando no rueda, ¿será por ello más o menos divertido su cine?

Cada una de estas tres proposiciones da materia suficiente para entablar polémicas de bastante más interés que algunas de las que suele escenificar la prensa sesuda. Son asuntos «del corazón», sin duda. Pero, ¿adónde iría la prensa -toda la prensa- si prescindiera del corazón, de los sentimientos, de lo que los regula, de aquello que rige la emoción, el llanto, la sorpresa?

Javier Ortiz. El Mundo (26 de agosto de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de febrero de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1992/08/26 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: 1992 el_mundo miscelánea | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)