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2004/03/28 06:00:00 GMT+2

Circunstancias excepcionales

Los medios de comunicación aznaristas insisten en que el electorado votó el pasado 14-M «en circunstancias excepcionales».

Lo cual, si se quedaran ahí, no pasaría de constituir una pura obviedad.

Pero no se quedan ahí. Quiá.

Los aznaristas deducen muchas y muy trascendentales consecuencias de esa constatación.

La utilizan, muy en particular, para dar por hecho que los electores acudieron ese día a las urnas con sus facultades mentales gravemente trastornadas por la emoción. Trastornadas no sólo por la realidad de los espantosos hechos realmente ocurridos sino también por la «terrible manipulación» que los medios hostiles al Gobierno hicieron -eso dicen ellos- de la desgracia colectiva.

Mi tesis es muy diferente. Sostengo que en estas elecciones, por primera vez en la historia del reciente parlamentarismo español, una parte a la postre decisiva del electorado votó sin dejarse arrastrar por ninguno de los infinitos mecanismos de inducción que habitualmente orientan a la opinión pública hacia las vías más convenientes para quienes ostentan el Poder. O, para ser más preciso: votó motivada por esos mecanismos, sólo que motivada en el sentido opuesto al pretendido.

El fenómeno no se inició en la mañana del 11-M. Estaba en marcha desde hace tiempo. Empezó a crecer alimentado por la estomagante prepotencia que los dirigentes del PP convirtieron en estilo de gobierno desde que alcanzaron la mayoría absoluta. Un estilo que, ya desde los inicios de la larguísima precampaña electoral, exasperaron hasta convertirlo en su propia caricatura: chulería a raudales («Me guardaba este euro, señorita...»), desprecio de cuanto no procediera de sí mismos («porque esa oposición de todo a 100...»), descalificaciones de zafiedad inaudita («...los hectolitros de vino que Maragall bebe a diario»)...

Según los técnicos en la materia -yo no soy uno-, Aznar logró su primera victoria electoral y consiguió convertirla en mayoría absoluta al segundo intento porque acertó a movilizar a la totalidad de las fuerzas electorales de la derecha, mientras el PSOE, con sus constantes y bochornosos errores, renuncias y traiciones, provocaba la abstención de una parte sustancial de su electorado potencial. Una reacción de retraimiento que IU, sumida en sus contradicciones internas y minimizada por los medios, no sólo no consiguió rentabilizar, sino que acrecentó generando su propia y considerable cuota de abstencionistas). Lo que ha sucedido esta vez es que el PP ha logrado irritar hasta tal punto a los integrantes de esa gran bolsa de abstencionistas que ha conseguido movilizarlos e incitarlos a votar. Tenía razón Pilar del Castillo -no en vano ejerció durante un buen puñado de años como jefa del CIS- cuando dejó escapar su lastimera observación: esta vez ha votado mucha gente que no estaba prevista.

Pero no la ha movilizado la Ser, y menos aún El País. La ha puesto en marcha el propio PP.

Había hecho ya una parte importante de ese trabajo antes del 11-M. Pero lo remató -y cómo- durante las 72 horas que mediaron entre el estallido de las bombas del 11 y la apertura de los colegios electorales del 14. Ahí culminó su propia obra de autodestrucción.

Consiguieron que la votación se convirtiera en un referéndum: «¿Quiere usted que esta gente gobierne otros cuatro años más?». Pregunta a la que muchos, cientos y cientos de miles, respondimos al punto y a gritos: «¡No, no, no! ¡No, por favor! ¡No podría soportarlo!».

Fueron circunstancias excepcionales, sin duda. Pero las crearon ellos.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (28 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/28 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 11m madrid apuntes 2004 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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