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2003/07/03 06:00:00 GMT+2

Chicho Sánchez Ferlosio

Conocí a Chicho -quiero decir personalmente- en 1984, en la redacción del efímero diario Liberación. Él hacía allí las veces de puntilloso y paciente corrector de estilo (y de pruebas, y de lo que hiciera falta). Un lujo, desde luego. Supongo que aceptó el puesto, modesto, por razones de amistad, para echar una mano en un proyecto que sentía como suyo.

No nos fue difícil congeniar. Cabreos sociales aparte, compartíamos el mismo gusto por la escritura aseada.

Él ni pedía ni esperaba que los periodistas ejercieran de literatos. Quiá. Se conformaba con que escribieran oraciones que tuvieran su sujeto, su verbo y sus complementos. Y que respetaran las concordancias.

Excuso decir que no siempre le daban satisfacción. Menudeaban las erratas, las frases retorcidas por el cuello, los verbos plurales con sujeto en singular («¡Qué plural tan singular!», le oí exclamar para sí un buen día mientras corregía un artículo) y las parrafadas interminables, de líneas y más líneas sin una puñetera coma, destinadas obviamente a acabar por asfixia con los sufridos lectores.

Se desesperaba. Sin embargo, el nivel cultural medio de aquella redacción era -en términos comparativos, por supuesto- bastante alto. Las he conocido mucho peores.

Chicho era muy terco en sus convicciones. No me refiero a los grandes asuntos de la vida -que también-, sino a toda suerte de materias. Recuerdo una ocasión en la que me corrigió una frase de un artículo. Yo había escrito: «El individuo, que vestía cual dependiente de Galerías Preciados...». Chicho me lo tachó y puso: «...cual dependiente de grandes almacenes». Fui a preguntarle por qué me lo había cambiado. «Para evitar la mención explícita de unos grandes almacenes». Traté de explicarle que la alusión era intencionada, porque los dependientes de Galerías Preciados, por regla general, vestían de un modo bastante concordante con el nivel adquisitivo del público medio de su empresa. Que iban tristemente atildados, por así decirlo.

No tuve el menor éxito.

Tras el cierre de Liberación nos vimos de ciento en viento. Una de las veces que quedamos a comer, se me presentó con un ejemplar de El Mundo corregido de punta a cabo. Había señalado todas las erratas, faltas y disparates que había encontrado. Aquello era una pura tachadura de 84 páginas. He olvidado qué oferta traía bajo el brazo. Algo relacionado con la corrección, en todo caso. Entregué su propuesta a la dirección del periódico, pero no interesó. En estos tiempos, las empresas prefieren gastar el dinero en cosas más productivas que el cuidado del idioma. Esa desidia no es ninguna exclusiva de El Mundo: todos los periódicos españoles están igual. Algunos, como El País, no sólo no mejoran, sino que van a peor (también en esto).

Me quedé de piedra cuando en otra ocasión lo vi sin una puñetera pieza dental. Le pregunté qué le sucedía. Quitó importancia al desastre: «Para algunas cosas es una ventaja», bromeó.

La última vez que nos vimos fue en condiciones bastante curiosas. Había estado cenando yo con Mísia por el Madrid de los Austrias. Era una noche de verano, y fuimos luego a tomar un trago. Estuvimos en un local donde tocaban y cantaban -de pena, por cierto- canciones sudamericanas comprometidas. Y de allí fuimos a parar a un bar de copas que regentaban dos de los miembros de un trío que fue popular en tiempos en España: Los tres sudamericanos. Allí estaba Chicho. Era la hora de cerrar, así que los dueños echaron la persiana y nos quedamos dentro, de charla relajada y bienhumorada. Al cabo de un rato, por petición general, Chicho cogió una guitarra y nos cantó un par de piezas. Una fue Círculos viciosos (la de «Eso mismo fue / lo que yo le pregunté»), a la que Sabina sacó tanto partido en los tiempos de La Mandrágora.

Eran las tantas cuando nos separamos con un abrazo. Fue el último.

Me encantaría contar más cosas de él, pero no puedo: nuestra relación se quedó en eso. Yo fui tan sólo uno de los muchos cientos de amigos que tuvo Chicho.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (3 de julio de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/07/03 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: mandrágora periodismo joaquín_sabina música diario mísia 2003 antología liberación chicho_ferlosio lengua muerte | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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