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1994/06/18 07:00:00 GMT+2

Castro y Salomón

Allá por los primeros 70, K. S. Karol publicó un libro sobre Cuba titulado Los guerrilleros en el Poder. A Castro, que había acogido a Karol durante su estancia en Cuba como si de un amigo íntimo se tratara, el libro le provocó un enorme enfado. No porque contara falsedades, sino porque relataba verdades que el comandante prefería mantener en silencio. Muchas de ellas se referían a las relaciones cubano-soviéticas. Karol daba cuenta en su obra de las graves dificultades por las que esas relaciones habían atravesado varias veces y, de modo especial, cuando la llamada «crisis de los misiles». Nikita Kruchev humilló a Castro cediendo al chantaje de Kennedy y retirando sin consultar con el líder cubano los misiles que había emplazado en la isla caribeña y que apuntaban hacia el territorio de los USA. Miles de cubanos se manifestaron en La Habana al grito de «¡Nikita, mariquita, lo que se da no se quita!» -una consigna a la precisa altura ideológica del castrismo-, pero Fidel tragó.

-No podemos hacer otra cosa -se justificaron en privado ante Karol los dirigentes cubanos-. Dependemos totalmente de Moscú.

Todo un ejemplo de perfecto pragmatismo, como puede verse.

Han pasado los años. La URSS se ha hundido en su propio cenegal y Moscú ha dejado de abastecer al régimen cubano. Víctima de sus propias carencias estructurales y del inicuo bloqueo de Washington, el pueblo cubano pasa ahora por una situación más que angustiosa. Por no tener, no tiene ni jabón para lavarse. Pero en este caso los líderes cubanos, empezando por el propio Castro, no creen que deban humillarse y tragarse el orgullo, como hicieron ante Kruchev. Aseguran, altivos, que prefieren morir de hambre antes que ceder.

Vale la pena preguntarse por las razones que han podido conducir a los mismos que en 1962 dieron tan altas pruebas de pragmatismo acomodaticio a apuntarse ahora al numantinismo más heroico. Se me ocurre una, muy elemental: los que aseguran que prefieren morir de hambre no corren ningún riesgo de que les ocurra tal cosa; a cambio, los que efectivamente pueden morir de hambre no están en condiciones de decir nada. Dicho de otro modo: Castro y los suyos cedieron en el 62 porque se jugaban la pervivencia de su régimen, y ahora no ceden por la misma razón.

El castrismo ha invocado siempre el ejemplo de José Martí. Pero se olvida de lo que Martí declaró en su poema más famoso: «Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar». Ellos tienen buenas viviendas. Comen lo necesario. No comparten la suerte de los pobres de su tierra.

Quien ama de verdad, ama como la madre que se sometió al juicio de Salomón: prefiere perder a su hijo, con tal de que perviva.

Castro es como la falsa madre. Acepta que su presunto hijo muera, antes que verlo en manos ajenas.

Tal vez por eso se entiende tan bien con Felipe González.

Javier Ortiz. El Mundo (18 de junio de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de agosto de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/06/18 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: jfk 1994 usa cuba urss fidel_castro preantología josé_martí kruchev felipe_gonzález el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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