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1992/07/26 07:00:00 GMT+2

Camelos

En política, los fallos realmente graves no son los que se cometen, sino los que se reconocen. La experiencia de diez años de Gobierno del PSOE demuestra que un uso adecuado del lenguaje puede convertir el error más craso en triste fatalidad del destino, o incluso, apurando la cosa, en éxito. ¿Que el Gobierno ha trazado planes de futuro luminoso que luego no coinciden con los hechos? La culpa solo puede ser de los hechos, porque los planes eran buenos. Y, en todo caso, no se puede hablar de un error en los objetivos, que eran espléndidos -¿cómo va a ser malo apuntar a objetivos espléndidos?-, sino de «una disfunción en los plazos», debida a la «interferencia de factores coyunturales», «básicamente exteriores», que «no eran predecibles».

Este año amenaza con ser desastroso para muy diversos terrenos de la economía española. En algunos, no cabe siquiera hablar de amenaza, porque el desastre ya ha llegado. Pero eso no importa. Tampoco cuenta que el Gobierno se haya gastado lo que no tenía en montar el sarao del 92. Lo fundamental ahora es que el «desajuste» sea arreglado por la ciudadanía, consciente de que debe sacrificarse «para estar en condiciones de incorpórarse al tren de la recuperación»... cuando quiera que llegue.

Estoy pasando mis vacaciones en las proximidades de una zona turística por excelencia. Cuando me acerco a la costa, compruebo que no mienten los empresarios del ramo: hay mucha menos gente que otros años, los hoteles están a medio gas, no hace falta reservar mesa en los restaurantes y nadie tiene que pegarse con nadie para encontrar sitio en las terrazas del paseo marítimo. A decir verdad, nada de ello merece sorpresa. ¿A cuento de qué habrían de acudir en masa los turistas a un sitio que los especuladores inmobiliarios han convertido en feísimo, que la falta de adecuadas infraestructuras ha vuelto caótico y que es, por encima de todo, aún más caro que sus países de origen? No obstante, el responsable socialista del turismo en la zona, ateniéndose al principio de no reconocer jamás ni error ni imprevisión alguna, se niega a hablar de crisis. Según él, hay muchísimos más turistas de lo que parece. Lo que pasa es que se ha producido «una inflexión»: él ha detectado que gran parte de los veraneantes ya no van a hoteles, sino a viviendas particulares. De tener razón el tal preboste, estaríamos ante un fenómeno de lo más curioso, que entrañaría no sólo la brusca aparición de un enorme número de pensiones clandestinas, sino también el surgimiento de un nuevo género de turista, caracterizado por el hecho de que, así que encuentra un hueco en una casa particular, se queda todo el mes encerrado, sin ir siquiera a la playa.

Cuando llegue el fin de la temporada estival y el sector turístico de la zona haga cuentas, comprobará que la «inflexión» de marras le ha salido por un ojo de la cara. Pero eso será secundario. Lo principal será que el consejero autonómico de turno seguirá en el cargo.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de julio de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de julio de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1992/07/26 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: psoe 1992 el_mundo felipismo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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