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1991/08/07 07:00:00 GMT+2

Bokassa y Gil

Dicen que Bokassa, el que se proclamó emperador de Centroáfrica, se comía a los niños crudos. También era muy capaz de engullir carne de adulto, pero él prefería la de niño, porque le parecía más tierna. Y es que Jean-Bédel Bokassa era caníbal, pero no imbécil.

Bokassa hacía que sus cocineros trocearan a los infantes, y lo que no podía comerse de una tacada —no resulta fácil zamparse a un niño entero, a nada crecidito que esté— lo metía en el frigorífico imperial, para sucesivos festines.

Cuando se tuvo noticia de este último extremo, muchos europeos —Giscard d'Estaign excluido— se declararon horrorizados. A mí me parece, en cambio, que lo de la carne congelada constituía un elogiable detalle de austeridad. De no ser por ello, la dieta paidófaga imperial habría precisado de más víctimas.

Dejando a un lado estas diferencias de apreciación, quizá podamos ponernos de acuerdo en que, de todos modos, Bokassa, considerado en términos generales, no fue un emperador totalmente ejemplar.

¿Y bien? Nunca me han interesado los estudios realizados sobre la personalidad del ex soldado francés llegado a emperador. Era un tipo extraño; de acuerdo. Un tanto cruel: sea. Pero, con la enormidad de individuos que poblamos la Tierra, ¿cómo no encontrar personajes para todos los disgustos?

La cuestión trascendente no es, creo yo, la de saber qué factores psicológicos hicieron que Bokassa llegara a convertirse en una mala bestia —asunto que empieza y acaba en su persona—, sino determinar qué poderosos factores y fuerzas sociales, locales e internacionales, permitieron que una mala bestia como ésa se aupara a la jefatura de un Estado. Un arduo problema que —éste sí— nos afecta a todos.

Es como lo de Jesús Gil y Gil. Permítanme que no gaste espacio en adjetivar al personaje: otros lo han hecho ya con mucha precisión.

Nuestro problema colectivo no es que vivamos en una sociedad en la que pueden surgir tipos como Gil y Gil. Lo que debe preocuparnos es que haya fuerzas sociales dispuestas a elevar a homínidos así a la categoría de alcaldes, de presidentes deportivos, de héroes, de vedettes televisivas. El problema no es Gil: lo grave son sus votantes y sus fans.

Javier Ortiz. El Mundo (7 de agosto de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1991/08/07 07:00:00 GMT+2
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