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1994/02/19 07:00:00 GMT+1

Belloch

Juan Alberto Belloch va a conceder el tercer grado penitenciario a José Amedo y Michel Domínguez. ¡Belloch! No hablo del ministro de Justicia: hablo de ese hombre que vive y morirá con la responsabilidad de llamarse Juan Alberto Belloch. Quiero decir que estoy hablando de quien fue activo antifranquista, dirigente de Justicia Democrática y de Jueces para la Democracia, implacable enemigo de los excesos policiales desde la transición, crítico feroz de los GAL y de la razón de Estado como coartada para el asesinato organizado. Y es que un ministro de Justicia puede ser cualquier cosa _sobran las muestras, pero Juan Alberto Belloch solamente puede ser Juan Alberto Belloch, y lo fue cuando lo nombraron para el cargo, y lo seguirá siendo cuando ya no sea ministro y tenga que apechugar con el estricto inventario de su pasado. Porque las biografías son así, y del mismo modo que Belloch se ganó a pulso el aprecio de los demócratas incorruptibles -por la transparente vía de los actos, sin más-, ahora puede granjearse su desprecio. Aún hace bien poco decía a sus amigos: «En una cosa no transigiré nunca jamás: en lo de Amedo y Domínguez». Ahora le toca demostrarlo.

Hay momentos de la vida en los que a cada cual le toca decidir de qué bando está, aquí o enfrente, sin compromiso posible. Belloch se halla en una de esas encrucijadas. ¿Va a sellar con su firma el último de los actos de esa repugnante obra de la «razón de Estado» que fueron los GAL? ¿Será él quien se encargue al final de evitar que ese engendro pueda volverse contra quienes fueron sus últimos responsables? Si lo hace, habrá atravesado por entero el Rubicón de su largo historial de demócrata honesto. El mismo habrá elegido su suerte. Ya no será sino otro más de ellos. Y él sabe muy bien quiénes son ellos.

Lo de Garzón es otra cosa. A Garzón en esto le va la honrilla. Y la honrilla puede alquilarse por temporadas. Las convicciones democráticas profundas, en cambio, no se alquilan. O se conservan o se venden. Y una vez vendidas es imposible recuperarlas.

Ojalá esto fuera una película. En las películas siempre hay un momento en que el héroe, al que han puesto en los labios las mieles de la fama y el poder, se da cuenta de que las mieles no son mieles, sino fango, y se horroriza, y manda todo a freír espárragos, y vuelve con los suyos. Sería muy bonito que Belloch, el que fue Belloch, se diera también cuenta del horror en que se está hundiendo, y gritara un «no» rotundo y libre. Pero mucho me temo que Belloch ya no esté para películas. Prudentemente, callará el «no» y se instalará en la larga nómina de los tránsfugas.

Mi paisano Jorge Oteiza lo expresó muy bien cuando dijo: «No ensuciaré mi carrera de perdedor con un éxito de mierda». Belloch, a lo que se ve, ha olvidado que hay que estar con los perdedores.

Prefiere un éxito de mierda.

Javier Ortiz. El Mundo (19 de febrero de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de febrero de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/02/19 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: 1994 amedo felipismo baltasar_garzón gal michel_domínguez belloch oteiza el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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