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1998/03/14 07:00:00 GMT+1

Anticatalanismo

El president Pujol se declara preocupado porque ve en la sociedad española «alguna cosa profundamente anticatalana». El pasado martes, el honorable, tras dejar constancia pública de esa preocupación suya, se preguntó a quién deberían «dejar de matar» los catalanes «para ser más simpáticos que los vascos». Luego se apercibió de que la alusión a la cosa de matar no era muy elegante, y se disculpó. Pero la queja de fondo la mantuvo.

Es muy sencillo replicarle que confunde sus problemas particulares con los del pueblo catalán en su conjunto. Para ser simpático, la condición primera y principal que se requiere es... ser simpático. Hay catalanes simpáticos, catalanes que ni fu ni fa y catalanes antipáticos. Pujol es muchas cosas -algunas la mar de valiosas- pero simpático, lo que se dice simpático, para qué engañarnos: no lo es. De hecho, él mismo se empeña en demostrarlo sin parar. Por ejemplo: no fue nada simpática su referencia a los vascos. Y tampoco resultaba especialmente considerado su deseo de que los catalanes caigan más simpáticos que los vascos. Qué manía de competir.

Como decía antes, contestarle así es sencillo. Algunos lo han hecho. Y con razón.

Ahora bien, si trascendemos el modo en que Pujol presenta las cosas y pasamos por alto los toscos argumentos que esgrime, habremos de reconocer -yo por lo menos lo hago- que el problema que plantea no se lo ha inventado él, ni mucho menos: hay, sin duda, muchos españoles que recelan de Cataluña y los catalanes. Y no ahora, por avatares más o menos coyunturales de la política, sino desde hace mucho. Recuerdo a mi coterráneo Miguel de Unamuno, que fue capaz de decir -dijo muchas tonterías en su vida- que los catalanes son -cito de memoria- «como sus edificios: todo fachada».

¿A qué esa animadversión? No es fácil precisarlo.

Trato de indagarlo buceando en mí mismo. Puesto que yo simpatizo con lo catalán, algo debo de tener o algo debe de faltarme que me diferencia de quienes desconfían de Cataluña. ¿Qué será? ¿Tal vez mi déficit de sentimientos nacionalistas, en general, y nacionalistas españoles en concreto? ¿Quizá la experiencia de mi paso por aquella tierra, que me dio la oportunidad de aprender catalán? No lo descarto: las lenguas proporcionan la clave que descifra el alma de los pueblos.

No lo sé. Puede también que la culpa no esté ni en el modo de ser de los unos ni en el de los otros, sino en su difícil mezcla. El all i oli es estupendo, y el merengue también, pero la mezcla no acaba de ser deliciosa.

Tengo -ya digo- infinitas dudas, pero también una certeza: los discursos desabridos, como este de Pujol, no ayudan a nada bueno. No sirve de gran cosa criticar la desconfianza desde la desconfianza. Pujol hace como Rodríguez Ibarra, pero al revés; es decir, lo mismo.

Se dedican a agarrar a la gente por el cuello y a espetarle a gritos: «¡Como no te caiga simpático, te vas a enterar!». No es buen sistema.

Javier Ortiz. El Mundo (14 de marzo de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de febrero de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/03/14 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: anticatalanismo ibarra cataluña 1998 euskal_herria pujol euskadi el_mundo españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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