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2007/11/29 05:30:00 GMT+1

Violar la intimidad

Asistí hace algunos días a un debate en el que se hablaba de la vigilancia que deberían ejercer los padres y madres sobre el uso imprudente que sus criaturas pueden hacer de sus teléfonos móviles y ordenadores personales. La mayoría de los intervinientes defendió que los padres sensatos tienen que vigilar las comunicaciones de sus vástagos: con quién se tratan, cómo lo hacen y qué se dicen.

No me gustó nada la idea.

Creo que, efectivamente, hay que educar a los hijos e hijas (infantes o adolescentes) en el empleo de su tiempo, para que no lo pierdan en exceso y cumplan con las obligaciones que tienen asignadas, y para que se hagan cargo de que determinados medios (teléfono, internet, etc.) acarrean un gasto multifacético del que no hay que abusar. Entiendo que es aún más imperioso que tratemos de inculcarles –muy en especial por la vía del ejemplo, porque si no el rollo sirve de muy poco– que uno debe andar por la vida ateniéndose a ciertos principios básicos de decencia ética, de sensatez y de respeto no sólo por los demás, sino también por uno mismo. Pero nada de todo eso me impide considerar que cotillear su correspondencia privada o sus conversaciones telefónicas no sólo es de escasa utilidad práctica sino también, y sobre todo, inmoral.

Hace muchos años, hubo un mal día en el que leí a escondidas un par de páginas de un diario privado, de ésos en los que por entonces (¿se seguirá haciendo?) alguna gente dejaba constancia de sus vivencias y sus sensaciones más íntimas. Según lo hice, me repugné a mí mismo. Me sentí culpable de una cierta forma de violación. El respeto por la intimidad de cada cual (por los pequeños espacios de intimidad que esta vida nos permite) tiene que ser total. Aunque se trate de niños o de adolescentes: el trauma que puede producir una agresión no es menor, ni mucho menos, porque la víctima sea menor.

Enseñemos a nuestra gente joven, si es que somos capaces de ello, a pensar como es de rigor (es decir, con rigor) y a sentir como se debe (es decir, con el alma en la mano). Pero no nos empeñemos en infundirle pensamientos y gustos concretos, ya acabados. Y menos todavía vigilados.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (29 de noviembre de 2007). También publicó apunte ese día: Prometeo en Internet. Un par de días antes habló sobre el tema de esta columna: Un caso.

Escrito por: ortiz.2007/11/29 05:30:00 GMT+1
Etiquetas: juventud educación público teléfono intimidad 2007 dedo internet | Permalink | Comentarios (6) | Referencias (0)

Comentarios

Creo que este tema va a generar más comentarios de los que te esperas...

Escrito por: Rafa.2007/11/29 08:31:4.658000 GMT+1

La especifidad que aportan las nuevas tecnologías a esta cuestión, básicamente que se abre un amplio abanico de más posibilidades, no alteran, en mi opinión, el núcleo de la cuestión, que es tan antigua como mear en pared: la confianza de los padres en los hijos, (y viceversa) dentro del adecuado equilibrio en el binomio seguridad-libertad.

No sé que haría como padre si considerara yo que para salvar o proteger a mi hija o hijo tengo en alguno momento que violentar su intimidad, por ejemplo husmeando en su lista de contactos o e-mails recibidos. Supongo que dependerá de mi percepción del peligro amén de mi relación de confianza con él o ella.

Saludos.

 

Escrito por: spencer.2007/11/29 10:50:9.778000 GMT+1

Creo que la educación, de los hijos, pero no sólo, ha ido pendularmente de un extremo al otro. (No ocurre así en el gobierno de los pueblos, que se mantiene constante bajo formas aparentemente diversas. Y, sin embargo, esos gobiernos "diversos" promueven los extremos pendulares en la educación... Opino.) Un extremo fue el de la autoridad-potestad suma: Padre que domina a la Madre y entre los dos (más o menos) a los Hijos. El otro, el que ahora "padecemos", el inverso: Hijos que dominan a la Madre y esta, al Padre. Dicen algunos (y no lo veo tan descaminado) que la figura (persona, mejor!) del Padre está desdibujada, cuando no puesta en cuestión... en el seno de la familia, por su parte, reducida a la mínima expresión. Mientras que en la "gran familia" (como a veces nos presentan la Nación o la Patria... el Estado!) la figura del Padre, dominador, omnisciente y oficialmente omnipotente, "dios" invisible y omnipresente, es cada vez más intensamente presentada. En esa atmósfera de contradicciones vivimos y, sobre todo, se "educan" nuestros seguidores o descendientes que, maleables, son modelados por esas manos ambiguas... Por ejemplo: Es más difícil para las autoridades (sacerdotes del Estado) "luchar" contra el "botellón" de jovencitos que contra el "terrorismo" de gentes hechas y derechas? (Cuando digo "terorismo" me estoy refiriendo al terrorismo "particular", no al estatal -sic: los estados conocen bien lo que es eso-, y a lo que los estados (los propios o los ajenos) consideran terrorismo menor, pero terrorismo, llámese nacionalismo (no estatal, aún) o revolución social.

Escrito por: Antonio Gil.2007/11/29 11:45:38.335000 GMT+1

Cuando un padre o una madre llega al extremo de, plantearse siquiera, invadir el espacio de sus hijos para ejercer no sé qué tipo de control "buscando su seguridad", las cosas pueden estar ya muy mal y, diría, sin vuelta atrás. El esfuerzo y la dedicación hay que dedicárselos antes, desde el principio, para que la mutua confianza, que han citado arriba, impregne la relación de una manera natural sin que suponga esfuerzo a ninguna de las partes. Lo otro será una batalla llena de escaramuzas, "tu me vigilas, yo te engaño", que no conlleva sino distanciamiento y suspicacias mutuas. ¿Qué se hace, si se llega a esos extremos? Nada; encomendarse a la divina providencia, ya sabéis, el cuidado amoroso con que dios conserva y gobierna las cosas, especialmente a los hombres. Pues eso.

Escrito por: aritz.2007/11/29 18:02:8.797000 GMT+1

Escrito por: Javier Lorente.2007/11/30 04:35:26.387000 GMT+1
http://www.javierlorente.es

Hola,quiero comentar que,en efecto,le doy la razón a Javier Ortiz,ya que lo aquí comentado por él es una clara oposición a la violación de la intimidad de los jóvenes por parte de sus padres.Todo ello es fruto,en mi humilde opinión,de no saber o no querer saber por parte de los padres como son o como piensan los hijos.Si un padre quier saber como es o como funciona su hijo nada mejor que saberle escuchar y demostrarle que puede confiar en ti y contar contigo,lo contrario solo son burdas excusas para asegurarse una falsa tranquilidad.Lo que pasa es que si programas televisivos como bodrios tipo "El buscador","Está pasando","Gran Hermano",por ejemplo,se dedica a ensalzar el valor de estar controlado y vigilado para disfrute del público,y son de los programas preferidos por los progenitores,pese a la falta de ética periodística y respeto que demuestran,pues hala,viva la "seguridad",aunque sea a costa de controlar a los demás.

Como dijo Fernan Gómez a aquel tipo que le pretendía avasallar para conseguir un autógrafo :"Dejeme en paz,no necesito para nada su admiracion".

Y es que es para mandarles "a la mierda".

 

Escrito por: Sergio.2007/12/12 12:32:58.501000 GMT+1

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