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2009/01/11 06:00:00 GMT+1

«Las antiguas pesetas» no existen

Acabo de oír a un gobernante municipal vasco informar de que su ayuntamiento va a invertir en una obra no sé cuántos millones de euros. Acto seguido y con tono de evidente orgullo, ha proporcionado la presunta equivalencia de esa inversión, cifrándola en un montón de millones “de las antiguas pesetas”.

No es exclusiva suya; todos los responsables políticos hacen lo mismo. Y muchas otras autoridades, incluidas las económicas. Pero es trampa.

Soy el primero en declararme inadaptado al euro. Cada vez que veo un precio, lo traduzco a pesetas, lo que me lleva a enfadarme conmigo mismo, porque recuerdo cómo me reía en tiempos, durante mis estadías en Francia, de los muchos franceses que eran incapaces de calcular en francos nuevos y seguían hablando en francos viejos, aunque la conversión era facilísima (100 francos viejos = 1 franco nuevo).

De todos modos, creo que mi vicio es bastante menos grave porque, cuando pienso en pesetas, son pesetas a las que aplico el IPC. Soy consciente de que 1.000 pesetas de 2002 no tendrían el mismo valor ahora mismo, porque la moneda española, de haber subsistido, se habría devaluado un 20%, más o menos. Así que, cuando oigo a alguien que dice: “¡6 euros, qué barbaridad! ¡1.000 pesetas!”, le respondo: “No; de seguir funcionando las pesetas, eso costaría ahora unas 800, como mucho”. Lo cual suele provocar divertidas discusiones.

Mi pretensión reivindicativa discurre por esa senda. Creo que deberíamos reclamar a nuestros mandamases que dejen de hacernos la trampa de retrotraernos a los precios de hace siete años utilizando el truco de “las antiguas pesetas”.

Esas pesetas no son antiguas; son difuntas. La vida está mucho más cara.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (11 de enero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/01/11 06:00:00 GMT+1
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