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2008/10/12 06:00:00 GMT+2

Betancourt y el terrorismo

Apenas ha habido comentarios sobre la intervención que tuvo el pasado miércoles en el Parlamento Europeo Ingrid Betancourt, exveterana rehén de las FARC, caballero (sic) de la Legión de Honor de la República Francesa y reciente Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. La política franco-colombiana sostuvo por activa y por pasiva que es firme partidaria de dialogar con los terroristas para favorecer una salida negociada a su actividad violenta. No lo dijo sólo con respecto al caso concreto de Colombia, sino en general. Es más: terminado su discurso, aclaró, de manera explícita y por si cabían dudas, que su criterio abarca también a España, a Euskadi y a ETA.

Quizá la parte más estrambótica del acto europarlamentario vino cuando los miembros del foro de Estrasburgo subrayaron sus palabras con una cerrada y unánime ovación, porque entre los entusiastas aplaudidores había unos cuantos españoles que desde hace años han dedicado buena parte de sus energías políticas a poner a caldo a cuantos proponen lo que Ingrid Betancourt acababa de defender.

Lo he escrito no pocas veces hablando de las víctimas del terrorismo que preconizan exactamente lo contrario y lo reitero con referencia a Ingrid Betancourt: que haya estado secuestrada por las FARC seis años, cuatro meses y nueve días no añade ni resta un ápice de solidez a sus argumentos políticos. Nadie tiene ni más ni menos razón por el hecho de haber sufrido. De hecho, la implicación visceral de quien formula propuestas sobre un conflicto político debería movernos a tomar doble distancia con respecto a lo que preconiza (aunque en este caso sea de ley recordar que Betancourt ya defendía esas mismas ideas antes de ser secuestrada).

Dejemos de lado su peripecia particular y consideremos las motivaciones que alega para defender el diálogo con las organizaciones catalogadas como terroristas. Expuso dos principales. La primera: salvar vidas. La segunda: no proporcionar a esas organizaciones coartadas que les valgan para perpetuar su actividad. ¿Son razones sólidas? ¿No lo son? ¿En qué medida lo son? Eso es lo que conviene debatir, dígalo quien lo diga.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (12 de octubre de 2008). También publicó apunte ese día: Dos apuntes.

Escrito por: ortiz.2008/10/12 06:00:00 GMT+2
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