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2009/04/30 13:53:00 GMT+2

¿Seguimos?

Teniendo en cuenta vuestras sugerencias y nuestras necesidades, nos gustaría mantener esta página durante un rato.

De entre todos los escritos de Javier –columnas de Público, El Mundo, Apuntes del Natural, Diario de un resentido social…– enviad al formulario de contacto lo que queráis para subirlo al blog.

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 La rebelión de Lucifer

Ahora que la jerarquía eclesial vuelve a reclamar el sometimiento general a la voluntad divina, me viene al recuerdo la réplica satánica por excelencia: “¿Cómo que si Dios no existiera habría que inventarlo? ¡Al contrario: si Dios existiera, habría que derrocarlo!”.

Satán, príncipe de los demonios, se alzó en armas contra Dios pese a saber que su guerra era imposible. Dios, infinitamente perfecto, no podía fallar en la batalla. Ni siquiera podía verse afectado por arma alguna.

¿Por qué, sabiéndolo, se rebeló Lucifer contra Él, de todos modos?

Por razones de principio, sin duda.

Siguió el ejemplo de la primavera, que vuelve cada año a la carga, por bien que sepa que tras ella llegará el verano, y luego el otoño, y al final otro nuevo invierno.

Satán nos dio el ejemplo: la cuestión no es vencer –objetivo imposible–, sino no darse por vencido.

La valiente acción de Satán privó a Dios del gozo absoluto de la absoluta sumisión ajena.

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Javier Ortiz. La rebelión de Lucifer, Apuntes del natural (6 de febrero de 2004).

Escrito por: ortiz.2009/04/30 13:53:00 GMT+2
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2009/04/29 07:00:00 GMT+2

El diablo sólo está dormido

Lo más hermoso de toda la leyenda de Satán, Lucifer, el Diablo, el Maligno, Luzbel o como quiera llamársele, es su origen: fue -según el tradicional relato de la Iglesia católica- un ángel que se alzó en armas contra Dios.

No concibo rebelión más bella: enfrentarse a alguien que, siendo la perfección absoluta -que San Anselmo me asista-, jamás habría podido salir derrotado, y menos todavía perecer.

No hay rebelión más noble que la que nada espera del combate. El Diablo fue el legítimo predecesor de Prometeo, de Espartaco, de los Federados de la Comuna de París, de los amotinados del Potemkin, de todos cuantos en esta vida -o en el más allá, tanto hace al caso- no se han lanzado a la liza por la ambición de lo conseguible, sino por el radical rechazo, por la repugnancia hacia lo existente. En aquella desigual pelea, Dios jugó con ventaja. Nunca me han gustado los ventajistas.

Afirma el papa Karol Wojtyla que el Diablo ha sido derrotado definitivamente. Me parece que se basa en datos contingentes: Rusia se ha convertido, es verdad -aunque lo cierto es que nunca fue realmente atea-, y el comunismo ha fenecido en medio de espasmos agónicos que vienen a confirmar que en efecto era «intrínsecamente perverso», como decía mi libro de Religión.

Pero la Historia da muchas vueltas. Lentas, si se miran con la lupa del propio presente, pero enormes, si se observan con el catalejo de los siglos.

La observación de los constantes meandros de la Humanidad me hace sospechar -entre otras cosas, porque me gusta sospecharlo- que el espíritu del Diablo, el Maligno, Satán, Luzbel o como quiera llamársele, y el de Prometeo, y el de Espartaco, y el de los Federados de la Comuna, y el de los amotinados del Potemkin, y el de todos cuantos en un momento u otro se han rebelado contra el Poder sin la menor esperanza, pero con toda la rabia, en esta vida o en el más allá -que tanto me da, a estos efectos-, no muere ni puede morir jamás, porque ese espíritu de rebeldía está anclado en lo más recóndito del alma humana. Quizá no en el de todas las almas, si almas hay, pero sí en el de algunas, que seguro que las hay.

Se equivoca Juan Pablo II: Satán no ha muerto. Sólo duerme, como Ulises, el de Itaca, fascinado por el canto de algunas sirenas.

Despertará.

Javier Ortiz. El Mundo (5 de septiembre de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de abril de 2009, al día siguiente de su muerte, con esta breve nota: La incineración será hoy miércoles 29 a las 14:30 en el Cementerio de la Almudena.

Escrito por: ortiz.2009/04/29 07:00:00 GMT+2
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2009/04/28 10:00:00 GMT+2

Sueño con Jamaica

Javier Ortiz ha fallecido esta madrugada.

Estaremos hoy martes 28 en el Tanatorio Norte de Madrid (C/ Valdegovia, 8-10. 28034 Madrid) hasta su incineración, el miércoles 29 por la mañana en el Cementerio de la Almudena.

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Dejó escrito su propio obituario (24 de enero de 2007).

 

OBITUARIO

Javier Ortiz, columnista

Falleció ayer de parada cardio-respiratoria el escritor y periodista Javier Ortiz. Es algo que él mismo, autor de estas líneas, sabía muy bien que sucedería, y que por eso pudo pronosticar, porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto.

Así que en ésas estamos (bueno, él ya no).

Javier Ortiz fue el sexto hijo de una maestra de Irún, María Estévez Sáez, y de un gestor administrativo madrileño, José María Ortiz Crouselles. Sus abuelos fueron, respectivamente, un señor de Granada con aspecto de policía –lo que tal vez se justifique considerando el hecho de que era policía–, una señora muy agradable y culta con allure y apellido del Rosellón, un honrado y discreto carabinero orensano con habilidades de pendolista y una viuda de Haro casada en segundas nupcias con el recién mencionado, Javier Estévez Cartelle, del que se derivó el nombre de pila de nuestro recién difunto. Si algún interés tienen todos estos antecedentes, cosa que dista de estar clara, es el de demostrar que, en contra de lo que suele pretenderse, el cruce de razas no mejora el producto. (Obsérvese qué gran variedad de procedencias se puso en juego para acabar fabricando a un vasco calvo y bajito.)

La infancia de Javier Ortiz transcurrió en San Sebastián, ciudad que le venía muy a mano, porque nació allí. Se dedicó básicamente a mirar lo que había por sus cercanías, en particular el pecho de las señoras –ahora que ya está muerto podemos descubrir ese inocente secreto suyo–, y a estudiar cosas tan peregrinas como las ciudades costeras del Perú, de las que no logró olvidarse hasta su postrer respiro. Los jesuitas trataron de encauzarlo por el buen camino, pero él descubrió muy pronto que era comunista. Eso malogró del todo su carrera religiosa, ya de por sí poco prometedora, sobre todo desde que notó con desagrado el interés que algunos sacerdotes ponían en sus partes pudendas.

Su primer trabajo como escribidor, aparecido en una página del periódico del colegio, fue, curiosamente, una necrológica, con lo que cabría decir que su carrera como periodista ha resultado capicúa, singular circunstancia de la que muy pocos podrían presumir, aún en el improbable caso de que lo pretendieran.

A los 15 años, hastiado de las injusticias humanas –algunas de las cuales seguían teniendo como referencia obsesiva los pechos femeninos–, decidió hacerse marxista-leninista. Los años siguientes tuvo que emplearlos en averiguar qué era eso que acababa de hacerse, a lo que contribuyeron decisivamente algunos esforzados miembros de la Policía política franquista.

A partir de lo cual, se dedicó con gran entusiasmo a cultivar el noble género del panfleto. Sin parar. A diario. Año tras año. Fue cambiando de punto de residencia, no siempre por voluntad propia –ahí merecen especial mención sus estancias carcelarias y su exilio, primero en Burdeos, luego en París–, pero jamás varió su inquebrantable afán de agitador político, que él pretendía haber adquirido, por absurdo que parezca –y sea, de hecho–, en la lectura de Los documentos póstumos del Club Pickwick, de don Carlos Dickens, y de las Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Padarox, de don Pío Baroja.

Burdeos, París, Barcelona, Madrid, Bilbao, Aigües, Santander... Recorrió incontables sitios y holló innúmeros parajes sin parar de escribir, erre que erre. Zutik!, Servir al Pueblo, Saida, Liberación –y Mar, y Mediterranean Magazine–  y El Mundo, y una docena de libros, y varias radios, y algunas televisiones... Por escribir, incluso escribió para otros y otras, ejerciendo de negro en momentos de particular penuria. También lo hizo a veces por amistad.

Movido por la lectura del Selecciones de Reader’s Digest y otras publicaciones estadounidenses tan aficionadas a ese género de operaciones, un día decidió calcular cuántos kilómetros cubrirían sus escritos, en el caso de colocarlos todos en una sola larguísima línea de cuerpo 12. El resultado de la estimación fue concluyente: ocuparían la tira.

En materia de amores (de la que sería injusto decir que careciera de alguna experiencia), también fue capicúa. Decía que las mejores mujeres, las más cariñosas y las más nobles con las que compartió sus días (sin desdeñar dogmáticamente a ninguna otra), le resultaron la primera y la última. Aunque la favorita le apareciera por medio: su hija Ane.

Y todo para acabar con algo tan vulgar como la muerte. Por parada cardio-respiratoria, como queda dicho. En fin, otro puesto de trabajo disponible. Algo es algo.

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 Javier Ortiz, escritor y columnista, nació en Donostia-San Sebastián el 24 de enero de 1948 y murió ayer en Aigües (Alicante), tras dejar escrito el presente obituario.

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Y, entre otras muchas, esta declaración de principios:

 

Sueño con Jamaica

Sueño con Jamaica. Estoy sentado detrás de una mesa negra, rodeado de papeles, delante de una pared de la que cuelgan fotografías de desolación y soledad, entre proyectos de artículos y pilas de opinión que me reclaman. Y estoy volando hacia Jamaica.

La pantalla de fósforo verde me mira adusta. Me está pidiendo impaciente su ración cotidiana de formatos y de claves. Pero hoy –¿qué me pasa?– sólo veo en ella reflejos de espuma blanca sobre un mar de azul intenso. Un mar bajo el sol: bajo ese fiero sol de pasión que ilumina eternamente el puerto de Kingston, en Jamaica.

Sueño con Jamaica. Jamaica es una isla (no sé por qué os lo cuento, si ya lo sabéis); Jamaica es una isla primitiva, anárquica y bellísima, con casas de hojalata que desembocan en largas playas de arena fina y blanca. En Jamaica todo está por hacer, y uno puede vivir con la esperanza en la punta de los dedos, pensando que todo es aún posible y que el futuro existe. Y las gentes son sencillas, y sus sentimientos, espontáneos y directos, y hasta los asesinos son capaces de explicar lo que hacen sin recurrir a teorías sociológicas o sesudos estudios de mercado: matan –ya veis, qué cosas–, y matan porque odian y porque aman, y esos es todo, y nadie le da más vueltas.

En Jamaica, el tiempo no cuenta apenas nada. La gente es tranquila e impuntual, y muy pocos son los que admiten que les impongan una cita: ellos quedan y, al final, aparecen, pero no miran el reloj ni se preocupan por horarios.

Sueño con Jamaica, y en la Jamaica en la que yo sueño nadie se levanta la voz, y el ruido es sólo algarabía callejera, y los policías no dan miedo, aunque asusten un poco con los ruidosos piropos que lanzan a las muchachas que circulan en bicicleta y a las que el aire levanta sus faldas de mil colores.

Tal vez esa Jamaica en la que estoy soñando no exista. Tal vez esto que os estoy contando sea sólo el fruto de películas y carteles de turismo asomados a los escaparates de las agencias de viaje.

Nunca he estado en Jamaica, y es probable que nunca la vea. Me da igual. Mejor que sea así.

Mi Jamaica, esta Jamaica en la que hoy sueño, me vale porque es quimera, porque ocupa el espacio del no-aquí, porque me ayuda a imaginar que podríamos ser otros.

Y sueño, y me voy a Jamaica para mejor sentir mi distancia ante lo que veo: calles grises, gente triste. Y sueño con Jamaica para reclamar de mi más alegría, para pensar que todos podemos romper con todo, que somos capaces de no acudir puntuales a las citas, de reírnos de los estudios sociológicos que explican la muerte, de creer que el porvenir que nos espera no está condenado a ser de por vida un tiempo para el llanto.

Jamaica o muerte. Venceremos.

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 (Publicado en El Mundo el 29 de diciembre de 1993)

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 Tres tristes tercios

Desde hace meses, no pocos politólogos (de alguna manera habrá que llamarnos) venimos insistiendo en que las próximas elecciones europeas no van a decidir quién es capaz de gobernar mejor Europa, sino quién podría hacerlo de una manera que fuera menos mala para cada votante que la de sus adversarios. Es como si cada cual sólo pensara en el modo en el que las cosas vayan a ir de la forma menos desastrosa posible: no de ninguna que pudiera ser calificada de aceptablemente buena. Son los dos tercios que piensan: “Cualquier cosa menos el PP”, o bien: “Cualquier cosa menos el PSOE”. El último tercio lo forman quienes no se dan por concernidos. Dentro de éstos, unos se sienten superiores, otros inferiores y otros indiferentes.

En realidad van a ser las elecciones europeas más pueblerinas.

No hay una verdadera visión continental de lo que las elecciones teóricamente pretenden. Hay, como puede verse, tres tercios, pero ninguno está a la altura de las circunstancias.

Oigo y leo a Rajoy, Montoro y demás aspirantes a regresar a la Moncloa que, si los socialistas siguen decidiendo sobre la política económica europea, España se va a morir de inanición. Los de enfrente responden tres cuartos de lo mismo aportando la misma cantidad y el mismo peso en argumentación a la hora de apoyar sus palabras: ninguno.

Apuesto triple contra sencillo a que Mayor Oreja seguirá con sus monografías sobre ETA, a que Jáuregui entrará al trapo y a que a los demás no nos quedará sino aguantarlos a todos. A todos, salvo a nosotros mismos que, por supuesto, seguiremos teniendo razón.

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(Publicado en Público el 28 de abril de 2009)

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Espéranos en Jamaica

Escrito por: ortiz.2009/04/28 10:00:00 GMT+2
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2009/04/28 06:00:00 GMT+2

Tres tristes tercios

Desde hace meses, no pocos politólogos (de alguna manera habrá que llamarnos) venimos insistiendo en que las próximas elecciones europeas no van a decidir quién es capaz de gobernar mejor Europa, sino quién podría hacerlo de una manera que fuera menos mala para cada votante que la de sus adversarios.

Es como si cada cual sólo pensara en el modo en el que las cosas vayan a ir de la forma menos desastrosa posible: no de ninguna que pudiera ser calificada de aceptablemente buena. Son los dos tercios que piensan: “Cualquier cosa menos el PP”, o bien: “Cualquier cosa menos el PSOE”. El último tercio lo forman quienes no se dan por concernidos. Dentro de estos, unos se sienten superiores, otros inferiores y otros indiferentes.

En realidad van a ser las elecciones europeas más pueblerinas. No hay una verdadera visión continental de lo que las elecciones teóricamente pretenden. Hay, como puede verse, tres tercios, pero ninguno está a la altura de las circunstancias.

Oigo y leo a Mariano Rajoy, Cristóbal Montoro y demás aspirantes a regresar a la Moncloa que, si los socialistas siguen decidiendo sobre la política económica europea, España se va a morir de inanición. Los de enfrente responden tres cuartos de lo mismo aportando la misma cantidad y el mismo peso en argumentación a la hora de apoyar sus palabras: ninguno.

Apuesto triple contra sencillo a que Mayor Oreja seguirá con sus monografías sobre ETA, a que Jáuregui entrará al trapo y a que a los demás no nos quedará sino aguantarlos a todos. A todos, salvo a nosotros mismos que, por supuesto, seguiremos teniendo razón.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (28 de abril de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/04/28 06:00:00 GMT+2
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2009/04/27 06:00:00 GMT+2

¿Talibanes o talibán?

A la hora de preparar la última edición de su Diccionario panhispánico de dudas, sus autores se tropezaron con una dificultad, entre muchas. La lógica de la lengua cervantina empuja a considerar que el plural de “talibán” ha de ser “talibanes”, pero lo cierto es que su plural real es “talibán”, a secas.

Puestos a elegir, prefirieron llevar la contraria a la realidad lingüística de la zona imponiéndonos un plural a la occidental: “talibanes”.

Ese modo de afrontar los problemas parece haber hecho fortuna a la hora de encarar otros muchos aspectos de los conflictos que se suceden entre el Pacífico y África. ¿Que tal o cual fenómeno, político, militar, religioso, económico o social ofrece dificultades para ser tratado con los recursos conceptuales propios del Primer Mundo? Prescinden de lo que tienen de singular esos fenómenos autóctonos y los tratan como si fueran meras variantes de los occidentales (nación, estado, unidad nacional, unidad étnica…).

¿En qué consiste la política internacional de los Estados Unidos para esas extensas áreas del mundo que tanto nos cuestan entender? En algo que deriva en que las fuerzas de los talibanes no están siendo frenadas, sino que se expanden por un área que Washington se empeña en considerar que abarca a varios estados diferentes, mientras que los insurgentes la ven como parte de una misma patria.

Ellos no luchan ni por Pakistán, ni por Afganistán, ni por la Ley coránica... Lo hacen por el conjunto de todos estos elementos y bastantes más. Y no les importa que su lucha no encaje en nuestros esquemas.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (27 de abril de 2009).

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2009/04/26 06:00:00 GMT+2

La nueva fantasmada

Solía decir, con su habla formalmente cansina aunque muy burlona de trasfondo, que él en realidad no había cambiado gran cosa políticamente desde los años sesenta: “Te acuestas siendo un triste socialdemócrata y, por la mañana, cuando te levantas, resulta que te has convertido en un peligroso izquierdista. Como el tiempo trascurrido te ha pillado en la cama y durmiendo, deduces que la metamorfosis no puede ser cosa tuya, sino de los demás”.

Con esta breve e irónica digresión, Vázquez-Montalbán ponía en solfa la creciente derechización de la intelectualidad y de las clases cultas europeas, para quienes lo que ayer era sensato ha acabado por convertirse en intolerable izquierdismo.

Es un fenómeno que vemos ya a todas horas y en todas partes. Para estar en sintonía con las nuevas definiciones, la una tiene que olvidarse de que aún lleva el carné de comunista en el bolso; el liberal debe rechazar las actitudes realmente liberales en política para adoptar métodos cada vez más autoritarios y semi-fascistas (el caso más espectacular, el del gobierno francés y el propio Sarkozy) y para ser un laborista con proyección tiene que disponer de una policía dispuesta a matar a quien se mueva de la fila… Las etiquetas huyen a escape de los contenidos del ayer. Todo el panorama político se ha desplazado de tal modo a la derecha que quien dice algo muy semejante a lo que decía la víspera parece un peligro para el funcionamiento actual de nuestras sociedades neoconservadoras.

Un fantasma recorre Europa: el del encastillamiento de los poderosos.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (26 de abril de 2009).

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2009/04/25 06:00:00 GMT+2

El liderazgo de Rosa Díez

Todavía están estupefactos los periodistas y políticos que acompañaron a la ministra de Defensa en su reciente visita a la fragata Numancia, en el puerto de Mombasa (Kenia). No pocos de ellos debían de tener a Rosa Díez por una mujer sobria, entregada a su misión política, poco o nada preocupada por cuestiones presuntuosas y no daban crédito a lo que veían sus ojos: una especialista en el arte de empujar con los codos para mantenerse a la vera de Carme Chacón mientras la prensa estuviera sacando fotos. Un punto de intriga: ¿para qué llevaba la presidenta de UPyD una bolsa de viaje de tan importantes dimensiones, cuando sólo iban a pasar un par de horas a bordo? Lo descubrieron según fueron viendo el desfile por la pasarela.

Díez ha despertado las simpatías de una fracción del electorado, pequeña pero significativa, que no ha dudado en atribuirle virtudes muy por encima de las demostradas. Es gente que quería a alguien que defendiera un españolismo no necesariamente de extrema derecha y ha decidido que esa persona es ella. Lo cual nos lleva a la conclusión de que un líder político puede ser persona de gran valía, pero apenas recibir la atención del electorado, en tanto que otro lo mismo es un pequeño desastre con ínfulas dictatoriales y pasar por una lumbrera. Conozco a bastante gente que ha tenido relación laboral y política con ella y no acaba de valorarla como aquellos que simpatizan con lo que dice pero no saben cómo lo hace.

¿Qué es mejor: aparentar y no ser, o ser y no aparentar? Yo, al menos, lo tengo clarísimo.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (25 de abril de 2009).

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2009/04/24 06:00:00 GMT+2

Rosa Aguilar se deja ir

Ha sido como una de esas películas policíacas en las que director y guionista se han puesto de acuerdo en que el espectador esté perfectamente enterado de quién es el asesino desde el mismo comienzo del filme, convencidos de que eso no quita fuerza a la trama. Supongo que para nadie era un secreto que la recién dimitida alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, se movía ya mucho más a gusto en las cercanías del PSOE que en las de Izquierda Unida. La cuestión no era entonces saber cómo acabaría, sino qué clase de recorrido le valdría para llegar hasta Zapatero sin ser tildada por ello de tránsfuga. Para lo uno, le ha bastado con alegar que no hay puesto más glorioso que el de alcalde (o alcaldesa) de tu ciudad. Para lo otro, con cambiar la alcaldía por una consejería de primer rango. El resultado es el mismo, pero como más vistoso.

Lo que ha quedado con mucho más impresentable es haber establecido su nuevo rumbo político apoyando la formación de un gobierno autonómico contra el que había votado poco antes su propio partido. Con separaciones así de amistosas, las bofetadas no hacen falta para nada.

Pero se veía venir. En la propia Córdoba, bastantes de los electores de IU venían hablando desde hace años con muy escasa consideración hacia su persona, hacia sus simpatías por Rosa Díez, el Foro de Ermua y hacia los políticos “de orden”. Aunque con todo ello haya acabado por dilapidar por completo el legado que Anguita le dejó en herencia: un manual de cómo establecer una línea de izquierda local a la vez combativa y factible.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de abril de 2009).

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2009/04/23 06:00:00 GMT+2

La vena inspirada de Galeano

No he tenido mucho trato personal con el escritor, periodista y dibujante uruguayo Eduardo Galeano, pero los escritos dan para bastante y un par de cenas con sobremesas afortunadas, una de ellas en grupo, acompañados de buenos amigos, otra más privada, animan a descartar o confirmar ideas previas. Mi idea previa sobre Galeano me hablaba de un muy buen escritor, imaginativo, irónico, con ganas de meter “el dedo en la llaga” de cualquiera de los asuntos a los que se refiere, sea oralmente (¡qué voz, qué envidia!), sea por escrito, pero sin tomarse nunca demasiado en serio a sí mismo, que bastante serias son las cosas que andan sueltas por la vida.

He asistido divertido a la peripecia del regalo que Chávez hizo a Barack Obama de un ejemplar de “Las venas abiertas de América Latina”. La fotografía de Obama con el libro de Galeano en ristre ha dado la vuelta al mundo. Me imagino la sonrisa maliciosa de Eduardo al enterarse de que la versión inglesa de la obra pasó de puestos bajísimos en el ranking de ventas de Amazon.com a ostentar uno de los primeros. Curioso, tratándose de un libro que fue publicado en 1971. “Pues tanto mejor. Contribuye a una enorme difusión del libro entre el público de habla inglesa, que sabe muy poco sobre esas verdades como puños”, habrá pensado. Y con razón.

No han faltado los que se han referido a “Las venas…” como un libro victimista. Es falso. No hay victimismo en reconocer quién es el depredador y quién el depredado. Galeano tampoco ha pretendido nunca convertir a los depredados en héroes.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de abril de 2009).

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2009/04/22 06:00:00 GMT+2

Cómo juzgar a Obama

“Y, bueno, al final ¿qué opinión tienes de Barack Obama?”, me preguntan. “Aún me faltan datos”, insisto. “Ah, ya: lo de los 100 días”. “No, con algunos te basta y te sobra con la mitad de ese tiempo para emitir un juicio político sobre sus capacidades. Obama es diferente”.

Odio el mecanicismo vulgar según el cual tanto da este o el otro presidente de los Estados Unidos: se supone que todos obedecen con el mismo entusiasmo a los mismos señores. Pero el sentido común y la propia Historia indican lo contrario. Hay determinadas opciones, ciertas posibilidades de imprimir a la acción política un sello personal. En definitiva, que Obama no es Bush, ni abuelo, ni padre, ni hijo, ni hermano. ¿Qué es, en concreto? Tenemos datos parciales: es simpático, atractivo, accesible, con sentido del humor; ha decidido relajar algunos de los puntos de más alta tensión anti-Washington, dentro de ciertos límites… Además, sabe jugar a los puntos de equilibrio. ¿Que no consigue la firma de un papel ideado por él? Pues lo deja a medias, poniendo cara de perfecta felicidad. Claro que es también el presidente que va a boicotear la Conferencia Mundial contra el Racismo, el que se ha comprometido más a fondo en la Guerra de Afganistán, el que apoya casi incondicionalmente a Israel…

Tiempo habrá para hacer cuentas. Algún presidente norteamericano ha llegado a ser asesinado por diferencias parciales en el seno de la clase dominante del gigante del norte.

Estábamos demasiado hechos a presidentes (tipo Reagan o Ford), de escasas luces y espíritu de marionetas.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de abril de 2009).

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