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2006/04/20 06:00:00 GMT+2

Los que no saben perder

¡Lo que le ha costado a Berlusconi admitir que, así sea por un muy estrecho margen de votos, ha perdido las elecciones! De no haber sido por la astutísima reforma de la legislación electoral que él mismo impuso como si le fuera la vida en ello, la victoria de Prodi no se habría producido, o habría resultado todavía más pírrica. Ya lo comenté hace unos días: lo que deja en peor lugar al apodado –cualquiera sabe por qué– «Il Cavaliere» (*) no es su defensa feroz de los intereses del grupo político-mediático-deportivo que encabeza, sino la torpeza que ha demostrado a la hora de poner en práctica esa defensa.

Ser un mal bicho está muy feo; ser un mal bicho y además torpe, peor.

Al final, de todos modos –dicen–, Berlusconi se ha tenido que inclinar ante la realidad. Porque se han recontado los votos por activa y por pasiva, y la cosa no tiene vuelta de hoja. Ha perdido.

¿Sí? Yo no lo daría por tan seguro. Es posible que el tipo admita ahora con la boca pequeña, porque no le queda otro remedio, que su derrota –oficial, a fin de cuentas– es impepinable, pero apuesto cualquier cosa a que se va a pasar un montón de tiempo hablando de las «excepcionales circunstancias» y de las «irregularidades notorias» que han acompañado la victoria de Prodi. Es primo hermano del PP, que todavía sigue dándole vueltas a su derrota electoral del 14 de marzo de 2004, poniéndola en cuestión y negándose a digerirla.

El otro día ironicé a cuento de los rollos que se soltaron algunos prebostes del PSOE en 1996, cuando Felipe González se deslizó hacia el desagüe de de la Historia por la rendija de las urnas. Hablaron de «dulce derrota» y calificaron el triunfo de Aznar de «amarga victoria». Bobadas. Las victorias y los fracasos electorales no son asunto de estética, sino de aritmética: al cabo de cuatro semanas, lo que queda de concreto es que el que ha ganado manda y el que ha perdido, no.

Como le pasó al PP en 2004, me da que Berlusconi va a arrastrar el mismo síndrome de perplejidad durante mucho tiempo. Se preguntará día tras día: «Si dispuse todo para asegurarme la victoria y todo me indicaba que iba a vencer, ¿cómo puede ser que haya perdido?».

Aznar y él podrían convocar un simposio sobre tan apasionante tema.

Aparte de otras razones, de índole ética o estratégica, esta congregación de malos perdedores debería darse cuenta de algo muy elemental: que no tiene sentido pelear para ganar las elecciones que ya se han celebrado. El PP lleva dos años tratando de ganar las elecciones que perdió el 14 de marzo de 2004. Cuando debería estar dedicado a preparar las de 2008.

Vuelvo a lo de la reforma electoral de Berlusconi: al margen de que sean muy reaccionarios, es que además son muy torpes.

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(*) Leo Bassi me contó una anécdota que retrata bien al personaje. Visitó Berlusconi en cierta ocasión los estudios de uno de sus canales de TV, en los que se estaba grabando un programa de varietés. Miró lo que estaban haciendo y, al cabo de un rato, ordenó que se interrumpiera la grabación. Pidió que le dieran unas tijeras. Las cogió, se fue al escenario y, con toda tranquilidad, recortó generosamente las faldas de las presentadoras, hasta dejarlas casi con el culo al aire. «¡Así es como debemos hacer las cosas!», proclamó triunfal. Si un tipo así es un cavaliere, yo voy para pivot de baloncesto.

Escrito por: ortiz.2006/04/20 06:00:00 GMT+2
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