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2006/02/13 05:50:0.571000 GMT+1

Los extranjeros del Athletic

El Athletic de Bilbao está «coqueteando con el descenso» –tópico de los periodistas de deportes que hace las delicias de Charo, mi compañera de alegrías y desdichas– y Javier Clemente aprovecha tan infausta circunstancia para hablar de la posibilidad de que el club para el que trabaja cambie de política en materia de fichajes. Él dice que, de decidirse el Athletic Club de Bilbao a contratar futbolistas «de fuera», preferiría que fueran «nacionales», y no «extranjeros». Él entiende por «nacionales» los procedentes de otras zonas integradas en el Estado español, y por «extranjeros», los venidos del resto del mapamundi. Es una clasificación como cualquier otra, pero no muy típica de alguien que, como él, se dice nacionalista vasco y votante del PNV.

Siempre me ha dejado perplejo este asunto de la selección exclusiva de futbolistas vascos. Básicamente, porque no sé qué es un futbolista vasco. Según las últimas definiciones al uso, es vasco «todo el que vive y trabaja en Euskadi». Bien. Pues si el Athletic de Bilbao, la Real Sociedad de San Sebastián, el Deportivo Alavés o el Club Atlético Osasuna de Pamplona –véase que no oculto mi idea de la famosa «territorialidad»–, contratan a un menda de donde sea, y ese menda se desplaza a vivir en Euskadi y se pone a trabajar en nuestra tierra, pues es vasco como el que más y, en consecuencia, forma parte de un club de futbolistas genuinamente vascos. Y si se llama Kandia Kouyate como si se llama Eneko Agirregomezkorta. Y si se le conoce por Viafara, por Skoubo o por Stevanovic, igual que si atendiera por Jauregi, por Arkonada o por Rekarte.

Aunque lo mismo me equivoco. Estoy abierto a la consideración de cualquier otra evaluación de las esencias nacionales.

Desde hace tiempo. Desde el día en que un dirigente de ELA-Berri, ahora vinculado al PSE, me dijo: «Tú, no es que seas españolista. Es que eres español.»

No me ofendió, desde luego. Pero me inquietó saber que, por muchas que fueran mis habilidades de extremo izquierda –hablo de fútbol–, nunca podría ser admitido en un club balompédico de vascos de pura cepa.

Quizá por eso opté por hacerme periodista.

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Nota.– Es frecuente que aproveche el Apunte que escribo a primera hora de la mañana para que me sirva de borrador de la columna que luego envío para su publicación en El Mundo del día siguiente. A veces las correcciones que introduzco en ese texto inicial son mínimas, destinadas a que se ajuste al tamaño exacto de la columna del periódico, que no admite variantes, como efecto de eso que suelo llamar «la dictadura del maquetariado». Otras veces añado, quito o matizo algún argumento que, leído cuatro o cinco horas después de haberlo escrito, no me convence. Casi nunca el Apunte y la columna son idénticos, aunque a muchos pueda parecérselo, porque incluso comparten el titular. Varios lectores me preguntan por qué archivo ambos textos. Dicen que produce un efecto muy extraño ver en la sección Textos de Ortiz, seguidos el uno del otro, dos textos aparentemente iguales. Lo hago, pese a ser consciente del problema, por dos razones: la primera porque, como ya he dicho, casi nunca son iguales del todo y no puedo presentar como «publicado en El Mundo», lo que no lo fue tal cual; la segunda, para que los archivos de ambas series, Apuntes y Columnas, estén completos.

Escrito por: ortiz.2006/02/13 05:50:0.571000 GMT+1
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