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2006/02/01 06:00:0.177000 GMT+1

Lo mismo diferente

La diferencia entre la zafiedad y la elegancia no radica en la calidad de lo que se expresa, sino en el modo en que se expresa. Me vino ayer a la memoria una canción pachanguera que estuvo de moda en la España de los años 50, debida, si no recuerdo mal, al no muy sutil ingenio de un humorista radiofónico célebre por entonces, llamado Pepe Iglesias, alias El Zorro. Se manifestaba en estos términos: «Tú, yo, / la luna, el sol. / Ella, él, / la rosa, el clavel. / Primavera, / la espera. / Verano, / la mano. / Otoño, un retoño. / Invierno, un infierno. / ¡Eso es el amor! / ¡Sí, señor!»

No es fácil acumular tal cantidad de ripios en tan limitado espacio, aunque el Iglesias en cuestión pudiera haber tomado pie en algunos de los peores deslices cometidos en materia de rima por escritores de la indiscutible categoría de Antonio Machado («¿Verdad, señor Unamuno? / Este Bergson es un tuno») o de la muy discutible categoría de Ramón de Campoamor («Ya recobrados la quietud y el seso, / volvía de París en tren expreso»).

Cavilaba sobre estas cosas cuando me topé de improviso con la evidencia de que la idea reflejada en la cancioncilla de El Zorro era, con muy escasa diferencia, la misma que sirvió de hilo conductor a un bello poema juvenil de Paul Simon, poema al que, allá por los 60 del pasado siglo, él mismo puso música y llamó April Come She Will. Decía: «April Come She Will / When streams are ripe and swelled with rain; / May, she will stay, / Resting in my arms again. // June, she’ll change her tune, / In restless walks she’ll prowl the night; / July, she will fly / And give no warning to her flight. // August, die she must, / The autumn winds blow chilly and cold; / September, I’ll remember. / A love once new has now grown old» (*).

Sonaba –sigue sonando– como las delicadas y melancólicas notas de una vieja cajita de música.

Es curioso comprobar de qué modos tan incompatibles cabe decir lo mismo.

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(*) «Ella vendrá en abril / cuando los arroyos bajan crecidos, rebosantes de agua de lluvia. / En mayo se quedará / descansando una vez más en mis brazos. // En junio cambiará de canción / y vagará por la noche sin reposo. / En julio emprenderá el vuelo / sin avisarme de su partida. // En agosto habrá de morir. / El viento del otoño silba frío y desapacible. / En septiembre recordaré / un amor que fue nuevo y que ya ha envejecido.» He hecho lo posible por conservar en la traducción la belleza del poema. No lo he conseguido, ya lo sé, pero menos da una piedra.

Escrito por: ortiz.2006/02/01 06:00:0.177000 GMT+1
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