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2007/05/25 05:30:00 GMT+2

La importancia histórica

Juan Carlos de Borbón fue elegido el pasado martes «Español de la Historia» en una votación organizada por Antena 3.

No tengo gran cosa que decir de Juan Carlos de Borbón que no haya escrito ya en anteriores ocasiones.

Lo que me llama la atención de la noticia es lo que parece revelar sobre la disposición mental del sector activo de la audiencia de esa cadena de televisión.

Para empezar, está el hecho de que tanta gente se preste a participar en una votación como ésa, que no pasa de ser un absurdo. Un absurdo que, por no tener valor, ni siquiera lo tiene estadístico.

Pero demos al asunto un par de vueltas más.

Se supone que, cuando te hablan de «el español de la Historia», quieren decir «el español más importante de la Historia». Pero, más importante ¿en qué sentido? ¿Por lo que se propuso hacer y logró o por lo que logró sin proponérselo? En mi criterio (que es discutible, como todos, pero fácilmente defendible), Juan Carlos de Borbón lo único que se ha propuesto con verdadera determinación en su vida –una vez descartadas las regatas de vela y las conquistas de faldas– es llegar a ser rey y mantenerse en el cargo.

¿Le convierte ese empeño en el mejor de todos los españoles a lo largo de todos los tiempos?

De ser así, qué bien para él y qué enorme pena para todos los demás españoles. Entre otros, para algunos de sus antecesores en la realeza, como Felipe II, que alguna cosilla sí que hicieron, aunque no menos discutible.

Otro aspecto curioso de la votación de referencia es que en el ranking de mejores españoles de la Historia figuren en lugar destacado Sofía de Grecia y Grecia –a la que cada cual tiene derecho a considerar todo lo española que le dé la gana, pero que no se llama «de Grecia y Grecia» por casualidad– y Cristóbal Colón, quien, mientras no se demuestre lo contrario, parece que fue genovés. Yo, crítico como soy con la Ley de Extranjería, no me opongo a considerar español a todo quisque, faltaría más, pero supongo que, en aplicación de criterios parejos, los votantes de Antena 3 estarán también dispuestos a que se nombre a Pablo Picasso «Francés de la Historia». Y a Francisco Azpilikueta, más conocido como San Francisco de Javier, «Japonés de la Historia». Y en este plan.

Una vez salvadas mis salvedades sobre adscripciones patrióticas y demás, me pregunto qué respondería yo si me interrogaran sobre algo semejante y considerara conveniente contestar. (Avanzo que todos los años me piden que señale quiénes son en mi criterio «los españoles más influyentes del año» para la elaboración de una lista de ésas, y que nunca tengo fuerzas para responder, porque me siento incapaz de fijar un medidor de influencia: no sé qué es eso, ni cómo puede evaluarse.)

¿«El Español de la Historia»? ¿Así, con todas esas mayúsculas?

Vuelvo a objetar: ¿en lo de «español» se incluye «española»?

De ser así, mi respuesta (interesada, como todas) se vuelve fácil, y hasta es muy probable que os la expliquéis. La persona que me parece más importante de toda la Historia, irundarra, vasca, española y universal, es mi madre.

Nota de edición: Javier publicó una columna con el mismo título en El Mundo: La importancia histórica.

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Adenda

Adendum 1.–
Un lector me pregunta por qué me meto en los últimos tiempos tanto con El País y no hago lo propio con El Mundo. Es posible que me haya explicado mal. La razón por la que reparo en lo que está haciendo El País es porque lo considero un disparate antológico en el gremio del periodismo. Mi punto de vista sobre lo que hace El Mundo es de sobra conocido por todos cuantos me leen. Estoy en contra. Radicalmente en contra. Pero me parece comprensible. Tiene sentido. Persigue unos intereses y los defiende. El País, en cambio, navega a la deriva, dando palos de ciego. Está asaltado por presiones e influencias tan contradictorias que no sabe qué hacer. Y da bandazos torpes, desaliñados.

Uno puede criticar lo que hace un púgil en un combate aunque no desee que venza el otro. Incluso aunque esté en contra del boxeo, como es mi caso.

Adendum 2.– Y ya que hablamos de El País. El periódico independiente de la mañana publicaba ayer una entrevista con el candidato socialista a presidente balear en la que éste, por nombre Francesc Antich, declaraba que sus canciones favoritas son «Imagine y Let It Be, de John Lennon». Como Antich establezca  todas sus preferencias con el mismo nivel de conocimiento... Para empezar, esas dos canciones se dan de bofetadas entre sí. La primera es tirando a subversiva; la segunda, panfletariamente conformista. Pero es que, además, Let It Be no es de Lennon, sino de McCartney (cosa lógica, por otro lado, habida cuenta del sesgo carca de la letra). Me hace gracia que Antich comparta patas de banco con Federico Jiménez Losantos, que también se lució en público atribuyendo (con mucho aplomo, como él lo hace todo) una canción de Paul McCartney a George Harrison.

Escrito por: ortiz.2007/05/25 05:30:00 GMT+2
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