Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2007/06/11 06:50:00 GMT+2

La guerra no ha acabado todavía

El derrotista no se limita a predecir la derrota de su causa: también contribuye a acelerarla y volverla más definitiva.

Desde que ETA hizo pública su intención de regresar al activismo armado «en todos los frentes», buena parte de la izquierda sociológica española –de la muchísima gente que se considera de izquierda, del modo que sea– ha decidido que el PP ya tiene en el bote las elecciones de marzo de 2008. No es que menudeen los análisis detallados de la realidad política y de su posible evolución en los próximos ocho o nueve meses. Estamos más ante un sentimiento que frente a una conclusión. Se trata de gente que pensaba –y pensaba bien– que Zapatero se jugaba mucho en su apuesta por la paz negociada en Euskadi. Ahora da por hecho que el presidente del Gobierno ha perdido irremisiblemente esa apuesta y que, por ello mismo, perderá también en las urnas de las próximas elecciones legislativas.

Sin embargo, las cosas no están tan claras, ni mucho menos. Sin duda, es muy posible que el fiasco de Euskadi –que prolonga y aumenta la previa chapuza del Estatut de Cataluña– pase factura electoral al PSOE. Pero no es seguro.

Quedan tres trimestres, en los cuales no es impensable que ETA opte por reconsiderar la decisión que tomó hace una semana. Puede llevarle a ello la conciencia de que su regreso a las andadas no tiene ningún futuro –¿a qué estrategia concreta, no retórica, corresponde?– y la evidencia de que el grueso de su propia base social lo desaprueba. Ya sé que hace falta leer entre líneas para verlo, pero todos los que estamos familiarizados con los mensajes crípticos de los dirigentes de Batasuna hemos notado que casi todos ellos están francamente cabreados con la decisión de ETA. Una irritación que comparten muchos de sus militantes de base, y no digamos la legión de votantes de ANV que acudieron a las urnas porque les habían dicho que de ese modo reforzaban el proceso de paz.

De modo que el abandono del alto el fuego no es un dato fijo e inmutable de la realidad. De hecho, la casi totalidad de los analistas de la política vasca está de acuerdo en que, un poco antes o algo después, habrá de retomarse lo que quedó interrumpido hace una semana.

Además, hay que contar también con que los problemas políticos que se derivan de las tensiones e insatisfacciones que se viven en Cataluña y Euskadi, en cada caso a su modo, si bien son importantes,  no son en modo alguno los únicos asuntos de primera importancia que se dirimirán en las urnas de marzo de 2008. Los sociólogos suelen comentar, cuando no hay micrófonos por delante, que en España son muchos los ciudadanos que dicen considerar el terrorismo de ETA como el fenómeno más grave «para España» (tomada así, como entidad abstracta), pero que, si se les interroga por lo que más les preocupa a ellos, personalmente, entonces la importancia dada al terrorismo desciende un buen número de peldaños con relación a otros problemas, tales como el paro, la vivienda, las pensiones, la sanidad y la educación. Dentro de nueve meses (el 9 de marzo del año próximo, supongo), los electores habrán de responder a una pregunta muy concreta: «¿Cree usted que un Gobierno presidido por Mariano Rajoy atendería mejor sus necesidades concretas en materia de trabajo, vivienda, pensiones, sanidad, educación, etc.?» Que irá acompañada de otras de alta política, pero distintas a las mencionadas arriba. Como, por ejemplo: «¿Cree usted que un Gobierno presidido por Mariano Rajoy desarrollaría una política exterior más de su agrado que la actualmente existente?»

Si uno piensa en las próximas elecciones legislativas como en un examen individualizado de la política que ha aplicado Rodríguez Zapatero en los últimos tres años, y si concede a las cuestiones vasca y catalana el lugar de maximísimo interés que le otorgan los medios de comunicación, no es difícil que prevea, a día de hoy, que la mayoría se inclinará por el suspenso. Pero lo que se planteará el año que viene no es si Zapatero lo hace muy bien, bien, regular, mal o muy mal, sino si cabe esperar que Rajoy lo haga mejor, no sólo en esas dos cuestiones, sino en todas las afectadas por la gobernación del Estado.

Vistas así las cosas, no está tan claro que el PP tenga ya ganadas las próximas elecciones.

De hecho, la propia dirección del PP no las tiene todas consigo, ni mucho menos, y ya está estudiando cómo dar un golpe de timón a su deriva sin que se note demasiado para salir de su aislamiento político, al que le han llevado su agresividad y su fanatismo. Porque sabe que, de seguir así las cosas, necesitaría lograr la mayoría absoluta o poco menos para que se le abrieran las puertas de La Moncloa.

En resumen: que el PP ha ganado una batalla, pero la guerra continúa.

Los derrotistas deberían comprender que para lo único que sirven sus augurios es para contribuir a que se cumplan.

___________

Nota.– Algunos lectores me han escrito pidiendo que desarrolle más los tres brochazos con los que dibujé la Transición en mi Apunte de ayer, que son los mismos que trazo en mi columna de hoy en El Mundo. Aunque se trate de un texto que tiene ya bastantes años y algunas de las circunstancias a las que hace referencia hayan variado no poco, en lo sustancial me sigue pareciendo válido el más detenido análisis de la Transición que hice en Tal fuimos, tal somos, conferencia que pronuncié en un curso de la Universidad de Verano de Maspalomas (Gran Canaria) en 1994.

Escrito por: ortiz.2007/06/11 06:50:00 GMT+2
Etiquetas: pp apuntes anv zapatero eta 2007 rajoy | Permalink