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2006/03/14 06:00:00 GMT+1

El oficio de juez

Ya sé que hay asuntos de mucha más trascendencia social, pero mi deber de apuntador me obliga a escribir sobre lo que pienso, y lo que me viene a la cabeza insistentemente desde el pasado fin de semana es la labor de los árbitros de fútbol. Estuve atento, como suelo estarlo, a las cosas de la Liga, y esa dedicación –esa idiotez, digámoslo francamente– me llevó a comprobar que al menos dos partidos, el Atlético de Madrid-Rácing de Santander y el Osasuna-Barça, vieron condicionado su resultado por sendas faltas máximas que los árbitros se sacaron del pito. No se correspondieron con ninguna infracción al reglamento que hubieran cometido los defensas.

Me dejaron perplejo. «¿Cómo es posible que castiguen –me pregunté– algo que no se ha producido y que, en consecuencia, no han podido ver?» En las películas gringas en las que se relatan juicios, siempre se oye cómo el juez advierte a los miembros del jurado que deben decidir si el acusado es culpable «más allá de toda duda razonable». In dubio pro reo, dictaba el Derecho Romano. En caso de duda, beneficia al reo. Si no lo tienes claro, no sanciones. Es lo justo. Pero los árbitros de fútbol no funcionan así. Ellos castigan ateniéndose a lo que sospechan, a lo que intuyen o a lo que creen haber visto, aunque no haya ocurrido. Se cae un delantero y se dicen: «Para mí que le han empujado». Y pitan penalti. De lo que se derive de su decisión arbitraria –y nunca mejor dicho– puede depender la tira, en todos los órdenes, incluyendo el económico, pero ellos no se cortan un pelo: se equivocan con todo el aplomo del mundo, y se quedan tan anchos.

Alguna vez me he planteado qué haría yo si fuera árbitro de fútbol y comprobara, viendo las imágenes grabadas del partido que acabo de dirigir, que he tomado una decisión totalmente injusta que ha alterado el resultado del encuentro. ¿Dimitir, abochornado?

Quizá el asunto es previo. Es posible que la clave esté en esa extraña vocación que lleva a algunas personas a tener ganas de juzgar a los demás. Les va. A otros, en cambio, nos echa para atrás. A mí, por lo menos, no me atrae lo más mínimo. Me parece complicadísimo decidir «más allá de toda duda razonable». Incluso sobre un fuera de juego en un partido de fútbol. Lo cierto es que –no sé cómo me las arreglo– casi siempre acabo teniendo dudas sobre las intenciones y los hechos humanos.

Dicho lo cual, me pregunto también qué sucedería si los árbitros de fútbol se atuvieran a la estricta legalidad y no pitaran ninguna falta que les planteara alguna duda, en un sentido u otro: si se ha producido, si no, si ha sido así de grave, si menos, si más.

Supongo que los partidos de fútbol serían muy distintos. Y hasta es posible que acabaran a bofetadas, al haber tan poca autoridad sobre el campo.

No es fácil decidirse.

Creo que tampoco voy a juzgar eso.

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 Y ya que hablo de jueces, paso a cosas decididamente más serias.

He leído una entrevista con el consejero de Interior del Gobierno vasco, Javier Balza, que también me ha dejado perplejo, sólo que mucho más. Defiende la actuación de los antidisturbios de la Ertzaintza –los llamados beltzas– en algunas de las últimas manifestaciones celebradas en Euskadi alegando que la Policía vasca «respeta el derecho de manifestación, pero no la apología del terrorismo».

Ante lo cual se me ocurren dos cosas.

La primera es que la Ertzaintza no es quién para juzgar qué es y qué no es apología del terrorismo. Ésa es labor que corresponde a los jueces. En el transcurso de una manifestación, la Policía debe actuar para impedir la comisión de delitos flagrantes, pero no meterse a sentenciar y castigar sobre la marcha y por su cuenta delitos de tan vaporosas fronteras y tan cercanos a los delitos de opinión como el de apología del terrorismo.

La segunda es que disparar pelotas de goma a corta distancia y al cuerpo de los manifestantes, como se vio en la televisión que hicieron los beltzas en Vitoria, por ejemplo, es un error que puede tener muy graves y desproporcionadas consecuencias. Como supongo que no fue una iniciativa particular de los policías encargados del caso, algo tendrá que decir Javier Balza al respecto. O sus compañeros de gabinete.

Escrito por: ortiz.2006/03/14 06:00:00 GMT+1
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